Soltando mosquitos

(AE)
La verdad es que me ha llamado poderosamente la atención el gesto que Bill Gates, el antiguo presidente de Microsoft, ha tenido durante la conferencia TED de

este año, que es un evento que convoca cada año a lo más granado de la intelectualidad del momento.

El señor Gates ha querido comenzar su conferencia abriendo un pequeño bote transparente que tenía consigo y en el cual había varios cientos de mosquitos. Dijo que quería que la gente experimentara la sensación incómoda de esos seres que – como dijo alguien- son el animal salvaje más peligroso del mundo debido a la inmensa cantidad de personas que mueren cada año víctimas de la malaria, tan extendida en tantas zonas del hemisferio Sur.

Gates tranquilizó a la audiencia diciéndoles que ningún mosquito era portador del virus, por lo tanto podían relajarse porque no se iban a contagiar de la enfermedad. Más de uno – me imagino - suspiraría de alivio.

Creo que Gates y la fundación que él preside llevan varios años poniendo el dedo en la llaga y llamando la atención sobre la vergüenza que supone que una enfermedad – otrora presente en Europa, no hay más que pensar en la Albufera y en los alrededores de Roma – sea todavía una espada de Damocles que se cierne sobre millones de personas, especialmente niños y que afecta definitivamente a la esperanza de vida de decenas de países. De vez en cuando los teletipos nos hablan de vacunas, de experimentos aquí y allá, pero hasta ahora en el terreno se ve muy poco impacto de esos esfuerzos. Recuerdo hace algunos años la famosa vacuna del Dr. Patarroyo, un investigador colombiano... ¿qué pasó de todo eso, después de la publicidad que se le dio? La verdad es que no lo sé. Se hacen investigaciones pero casi siempre a medio gas debido al poco interés que hay (en Occidente, obviamente, donde la incidencia de la malaria es mínima), a los pocos fondos que se ponen a disposición de la investigación, al problema añadido que supone bregar con los grandes intereses de las compañías farmacéuticas y a la dificultad de coordinar esfuerzos para conseguir soluciones globales a un problema tan extendido. Toda una combinación de factores que hacen que la situación sanitaria de muchos países siga teniendo tintes dramáticos y que cueste cada año miles y miles de vidas.

Después de varios años intentando que lleguen a los trópicos las panaceas médicas, parece que es mejor ser pragmático y aplicar el único remedio que está en nuestras manos: una buena mosquitera y cubrirse apropiadamente para que no te piquen los mosquitos después de la puesta de sol. Esa es la única defensa con la que cuenta la gente, no hay más.

Por eso, creo que es realmente loable que este tío – después de haberse hecho rico haciendo sistemas operativos que todos o casi todos pagamos – se dedique ahora a causas menos lucrativas y hable en los foros de la situación de millones de personas que todavía se ven afectadas tanto por la malaria como por muchas otras “enfermedades olvidadas” para las cuales hay poca o mala curación pero no por falta de posibilidades técnicas sino simplemente por falta de voluntad política y financiera.

No me queda la menor duda que si la malaria volviera a la Albufera valenciana o de pronto del Támesis surgieran nubes de mosquitos llenos de falciparium y otros componentes que hiciera que de pronto se llenaran los hospitales y las emergencias con enfermos que tiemblan de fiebre galopante, otro gallo nos cantaría. La solución estaría en las farmacias en menos que se santigua un cura loco. Pero por desgracia... esos peligros pillan muy lejos. A lo mejor Bill Gates tenía que haber soltado mosquitos llenos de malaria, a ver si a base de infectar a algún pez gordo despertaba nuestra adormilada conciencia occidental.
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