Mientras al gobierno de Sudán le llueven los palos por todas partes debido sobre todo a su mala gestión del conflicto de Darfur, hoy hemos sabido que el programa medioambiental de las Naciones Unidas (PNUMA) ha concedido a Sudán un premio internacional por la conservación de los humedales.
La zona que ha sido merecedora del precio se encuentra en el Sur del Sudán, y no es otra cosa que un inmenso humedal de 30.000 km² causado por el regular desbordamiento del Nilo Blanco en la zona del Alto Nilo (Upper Nile) y que normalmente es llamado el Sudd. Allí el agua del Nilo se expande de manera masiva hasta el punto de no poderse determinar con certeza dónde está la corriente del mismo. La vasta zona anegada es hogar para miles de animales, especialmente aves migratorias, al mismo tiempo que la masiva evaporación del agua contribuye al equilibrio hidrológico de esta zona de África.
Según la organización que otorga este premio, el gobierno sudanés incluyó esta zona en el tratado de Ramsar 1971. Hasta aquí lo que hemos sabido por las agencias de noticias. Lo curioso de este galardón es que el mismo gobierno estuvo a punto de cargarse esta zona de valor ecológico pocos años después, cuando terminó la guerra en 1972 y al hilo de los acuerdos de aquella paz se comenzó a construir el Canal de Jonglei, un gran canal que uniría dos puntos del cauce del Nilo y que impediría que el agua volviera a extenderse de esa manera.
Egipto, movido por sus privilegios a la hora de administrar las aguas del Nilo, fue el principal promotor de esta iniciativa ya que así conseguía incrementar aún más el caudal de agua que llegaría a Asuán, reduciendo las masivas pérdidas asociadas al desbordamiento y la evaporación. El Canal nunca se terminó; en cuanto estalló de nuevo la guerra a principios de los 80, los rebeldes del SPLA se encargaron de bombardear las grandes máquinas perforadoras que han quedado allí -como ven en la foto- de reliquia de tal empresa. Algunos dicen que esta obra faraónica habría sido un desastre ecológico para toda la región e incluso para el continente. No lo sabemos. Lo que sí resulta paradójico es que ahora le den al gobierno de Jartum un galardón por un parque natural que estuvo a punto de destruir algunos años atrás; si hoy podemos seguir hablando de esta reserva natural es precisamente porque los rebeldes del Sur decidieron que el canal que destruiría el Sudd no era una empresa que beneficiaría a su tierra. Ironías de la historia.