SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS/ CICLO B/1-11-2018

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS/ CICLO B/1-11-2018

EVANGELIO DEL DÍA: Mt 5,1-12a

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

COMENTARIO:

Celebramos la Solemnidad en honor de todos los Santos. Contemplamos a la Iglesia celeste, que goza ya plenamente del triunfo pascual de Cristo, y que intercede por nosotros, presidida por la Virgen María. Ellos gustan de la visión de Dios y nos enseña a desear y esperar ese triunfo.
Los santos son los mejores hijos e hijas de la Iglesia, que murieron en Cristo y con él ya han sido glorificados. Su vida y su ejemplo son bendición, consuelo y fortaleza para todos nosotros, Iglesia peregrina, que caminamos hacia la Casa del Padre.
En el Evangelio de Solemnidad de todos los Santos leemos el Evangelio de San Mateo (Mt 5,1-12a)
Las bienaventuranzas constituyen un discurso programático de Jesús y camino auténtico de santidad. Nos anima a la Iglesia terrestre, peregrina en la tierra hacia la casa del Padre, a vivir su programa, concretado en las Bienaventuranzas, como los santos y María:
Vivamos el Misterio de la Iglesia entera, (peregrina, purgante y celeste), y anhelemos el don precioso de la santidad.
Abrámonos al amor de Dios, a imitación de María y todos los santos, para vivir con alegría la santidad, cumpliendo la voluntad de Dios siempre. Amén.


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