Ante el próximo Concilio panortodoxo




La Iglesia ortodoxa rusa está acelerando los preparativos del Concilio panortodoxo (= CP) que tendrá lugar en Creta del 18 al 27-06-16. Sabido es que la Synaxis de los Primados ortodoxos reunidos en Estambul del 6 al 9-03-14, determinó que cada Iglesia autocéfala esté representada en dicha cumbre por su Primado y 24 jerarcas. Mediante resolución del Concilio episcopal reunido del 2 al 3-03-16, la Iglesia ortodoxa rusa confió el confeccionar esta delegación a su Santo Sínodo, el cual hizo pública el 16-04-16 una lista previa de miembros (Proceso-verbal n°34) presidida, como es de sentido común, por su santidad Kirill. La componen 17 metropolitas, 5 arzobispos y 2 obispos.

El Instituto de Altos Estudios Santos-Cirilo-y-Metodio, de Moscú, programó el 11-03-16 un seminario al respecto en el que intervinieron los metropolitas Emmanuel de Francia e Hilarión de Volokolamsk, dato que apunté ya en este portal («Hacia el Concilio panortodoxo»: RD, 05.05.16). Y el 19-04-16 la tradicionalista Universidad San Tikhon, de Moscú, una conferencia científica y práctica titulada: «El CP: opiniones y expectativas», cuyo propósito fue explicar la importancia y sentido del Santo y Gran Concilio de la Iglesia ortodoxa. El metropolita Georges de Nijni Novgorod y de Arzamas (miembro de la delegación) enunció su programa; y el metropolita Paul de Minsk y de Zaslavl (exarca patriarcal de Bielorrusia y miembro asimismo de la delegación), la inquietud de no poca gente, «aunque la mayoría de los clérigos –dijo- están, no obstante, bien dispuestos hacia el próximo Concilio».

Hilarión de Volokolamsk expuso, por su parte, «la posición de la Iglesia ortodoxa rusa en la preparación del CP». Luego, el arzobispo Marc de Berlín y de Gran-Bretaña (otro miembro más de la delegación) disertó «Del mensaje del Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa fuera de las fronteras a los clérigos y fieles por la publicación de los documentos del CP». El diácono Fiodor Choulga, del DREE, explicó qué discusiones suscita el tema en las Iglesias ortodoxas locales. Y el diácono Pavel Ermilov, vice-decano de la facultad de teología de la Universidad San-Tikhon, trazó un panorama de las opiniones.



Acto seguido, Hilarión aclaró que «al hablar del CP, se tiende por lo común a establecer una analogía con los Concilios ecuménicos, que en absoluto es oportuna, por cuanto estos se convocaban en condiciones diferentes para discutir de temas completamente distintos. Igual que sus resultados. El Concilio ecuménico no es órgano de dirección regular en la Iglesia ortodoxa. Cada Concilio ecuménico fue convocado por una herejía a refutar. Se terminaba descartando a quien defendiese la opinión condenada por el Concilio. Cada obispo en ellos, además, disponía de una voz, y las decisiones eran el resultado de un voto. Pero el número de participantes no estaba limitado. Quienes querían y podían, participaban. Se dio el caso de algunos que, sin haber llegado a tiempo, contestaron luego las decisiones conciliares».

Ya con la mente en Creta, prosiguió: «De salida propusimos reunir a todos los obispos. Los votos deberían permitir entonces expresar la opinión del mayor número posible. Se nos respondió que no, que valía más fijar un número de jerarcas representando a cada Iglesia. De entrada se propuso 12, después 20, y por fin 24 obispos. Ciertas Iglesias, pues, estarán representadas por todos sus obispos. Otras, en cambio, como la nuestra, que cuenta con alrededor de 350 obispos, por una parte insignificante. Así las cosas, la sola solución posible, sobre la cual hemos insistido, es que cada Iglesia disponga de un voto, y no cada uno de los miembros de las delegaciones. De otro modo, el consenso panortodoxo habría sido completamente falseado. No podemos ir al Concilio si decisiones que no han de ser recibidas por nuestra Iglesia corren el riesgo de ser tomadas, pese a todo.

Se ha propuesto asimismo que los heterodoxos no sean solo observadores, sino también asistentes (activos). Ahora bien, en las condiciones actuales de nuestras relaciones con los cristianos heterodoxos, no es posible referirnos a los precedentes de los Concilios ecuménicos. La dogmática ortodoxa estaba entonces en proceso de clarificación terminológica. He aquí por qué fueron convocados estos Concilios, por qué se discutía allí, por qué diferentes grupos se separaron a su vez de la Iglesia». Volviendo a la actualidad, prosiguió: «Hoy la situación es otra. La doctrina de la Iglesia ortodoxa ya está formulada. Sabemos bien dónde está la Ortodoxia y dónde la herejía. Otra cosa es saber si hay que recordar en todo momento a quienes profesan opiniones erróneas o heréticas cuáles son».

Su matiz del diálogo sonó así: «Presupone un cierto código de cortesía. Tampoco el apóstol Pablo, cuando vino al areópago de Atenas, dijo: «Vosotros sois paganos, ateos, adoráis ídolos». Dijo más bien: « Veo que sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad, pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: “Al Dios desconocido”. Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar» (Hch 17, 22-23). Se trata de una aproximación misionera, de la que se puede esperar cierto éxito. Nótese que Pablo no lo tuvo en el areópago ateniense; este llegó más tarde. La misión exige dialogar sin abdicar nunca por ello de nuestras propias posiciones».

«Los documentos discutidos hoy en esta conferencia –declaró sobre qué actitud seguir- contienen efectivamente fórmulas a mejorar. Hemos procurado hacerlo sin total éxito: algunas enmiendas no han sido entendidas ni adoptadas. Si es posible hoy formular enmiendas concretas, podrán presentarse al CP. Probablemente el patriarca Kirill las lleve a la asamblea de Primados del 17 de junio, justo antes del Concilio».

Sobre el estatuto y los documentos conciliares, agregó: «En la historia de los Concilios ecuménicos, se constata que estos últimos recibieron tal denominación post-factum, gracias al consenso de las Iglesias locales. De hecho, concilios hay, anunciados como ecuménicos, que la Iglesia luego calificó de bandidaje: es el de 449 (latrocinio de Éfeso), el concilio de Ferrara-Florencia, al que asistieron los representantes de diferentes Iglesias que firmaron la unión, todos, salvo un solo hombre, Marcos de Éfeso. Después, regresaron y comprendieron su error. Las Iglesias ortodoxas locales, unas después de otras, se echaron atrás. Hoy sabemos que este no fue un concilio ecuménico, aunque los católicos le den este título».

«Problema clave, añadió concluyendo, el de la recepción del CP. Esta tiene lugar desde ahora y, según vemos, no es evidente. Los documentos publicados suscitan cierta crítica de distintas Iglesias locales. No hablo de provocaciones para hacer vacilar la unidad de la Iglesia. He visto la crítica completamente seria y constructiva que emana de los jerarcas, de teólogos. Pienso que es importante para que las decisiones conciliares no susciten el rechazo de nuestros fieles. Cuanto más se entiendan ahora estas observaciones y reaccionemos a ellas, mejor las podremos presentar al CP». Acto seguido, hubo libre intercambio de ruegos y preguntas. Y al final se adoptó una resolución para serle presentada a su santidad Kirill.

La Iglesia ortodoxa rusa, en resumen, quiere tener los deberes hechos cuando suene la hora de Creta, ya cercana, y, por lo que se ve, declina de antemano que nadie allí le baile el agua. Y menos, si el apuesto metropolita Hilarión, con el permiso del patriarca Kirill por supuesto, mueve la batuta de la orquesta, dado que él, como buen compositor, sabe largo de música, instrumentos y directores.
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