(Juan Rubio).- Fumata blanca desde Añastro en un cielo madrileño encapotado por la polución que se cierne sobre la "capital del dolor y de la gloria", convertida esta semana en capital de la Iglesia española. Esto no es Ferraz ni Génova. Los periodistas, apostados en los pasillos de la Casa de la Iglesia, desconocen que, como les decía un prelado aviesamente sonriente, "los caminos del Señor no son nuestros caminos".
Crujen los digitales, saltan las alertas en los móviles. El cardenal Rouco es reelegido. Blázquez continúa de vicepresidente. Un gesto de apoyo afectivo. El resto del Ejecutivo queda en el banquillo de reserva: Juan del Río, Asenjo Pelegrina, Julián Barrio, Francisco Pérez. El arzobispo Osoro se va a Valencia a prepararse para 2014. Sabe medir los tiempos y prepara rampas. El gran perdedor es el cardenal Martínez Sistach, que se dejó atrapar en la red de la lista elaborada en los aledaños de Madrid, y que le prometía la vicepresidencia con Rouco. Al catalán lo mandan a su periferia con humillación en el hemiciclo, aunque , para estar en la Permanente, presidirá la Comisión de Liturgia, como otrora hiciera el cardenal Marcelo González.
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