María de Nazaret, profeta de su tiempo y educadora de Jesús

No es gran cosa lo que los Evangelios nos dicen de María de Nazaret, pero sí lo suficiente para tenerla en gran valor y aprecio. Desde luego esta fiesta de María no tiene nada que ver con la sexualidad, ni con la virginidad, ni que fuera concebida sin pecado original. Los Evangelios nada dicen de esto, que esto fueron elucubraciones teológicas muy posteriores y sin fundamento científico. El relato del Génesis sobre Adán y Eva es sencillamente un mito, a los que eran muy aficionados los antiguos, para dar explicación de cosas que no sabían cómo explicar. Con lo que vamos a decir en este comentario no solo no queremos menguar la devoción y veneración a María, sino todo lo contrario, darle aun más valor y aprecio.



El relato del Génesis pretende explicar el por qué del mal en el mundo, y que la culpa del mismo no la tiene Dios sino el hombre, porque Dios quiso un mundo agradable y lleno de felicidad para el hombre, un paraíso. Conozco un pueblo que lleva el nombre de Paraíso, cerca de Meira, en Lugo, que es una belleza de pueblo, por si situación, por su clima, por la inmensa variedad de plantas, árboles y frutos que produce, por su río cuajado de preciosas truchas arco iris, por sus casas de piedra bien paredadas y cuidadas: una belleza. Pues esto y mucho, mucho más, quiso Dios que fuese el mundo para todos los seres humanos: un paraíso.


San Pablo interpretó este relato de comer la fruta prohibida como un pecado que pasa por generación a todos los seres humanos descendientes de Adán, y san Agustín dice que se transmite de padres a hijos por la procreación. De ahí que los niños nazcan ya manchados por el pecado original y haya que bautizarlos, incluso lo antes posible, según nos decían, para borrarles ese pecado, no sea que murieran sin bautismo y no pudiesen ir al cielo, y como tampoco merecían ir al infierno, pues a inventar el limbo. Menos mal que el Papa anterior anuló ese artificial estado, ni frío ni caliente. Bastante tardaron.



Pero como María era la madre de Jesús, y el ángel le dijo que estaba llena de gracia, pues no debería tener ese pecado “original”, y por eso el Papa, Pío IX, definió que María había sido concebida sin pecado original. Pero también el libro de los Hechos de los Apóstoles dice que San Esteban estaba lleno de gracia, lo mismo que el ángel le dice a María. En fin, que sería necesario y honesto reconocer errores de afirmaciones hechas sin fundamento, lo que redundaría en beneficio de una fe y una Iglesia más auténticas.



El verdadero valor de María va por otro camino. Lo tenemos muy claramente formulado en la magnífica proclamación, llena de denuncia profética de la injusticia de los poderosos y de la esperanza para los pobres que hace María en presencia de su prima Isabel cuando fue a visitarla y a atenderla en su inminente parto. Es la denuncia profética, clara y contundente que hace María en la proclamación del llamado canto del Magnificat, que a mi personalmente me gusta recitar pausadamente todos los días en latín. Este es (Lucas 1,46-55):

“Y dijo María: Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos
.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Fijémonos especialmente en las palabras en cursiva y negrita: Estas afirmaciones de María tan lúcidas demuestran con toda claridad que María conoce perfectamente la Biblia del Antiguo Testamento y muy especialmente el mensaje social de los grandes profetas de Israel: Isaías, Jeremías, Amós... ¡Cuánta urgencia tenemos hoy de derribar del trono a los poderosos (Multinacionales, grandes Bancos y banqueros, Monarcas, Príncipes, Princesas, Jeques del petróleo, gobernantes, etc., tantas veces corruptos y corruptores) que esquilman los bienes de los pobres! ¡Qué enorme urgencia tenemos de enaltecer a los humildes, a los 1100 millones de personas que viven con menos de 1 ó 2 € al día! ¡Qué necesidad tan grande hay de colmar de bienes a los hambrientos del mundo, hambrientos ya desde el mismo seno materno (los niños cuya madre pasa hambre durante la gestión o son mal alimentados hasta los cinco años sufren un 20 % menos de desarrollo mental que no se recupera en toda la vida). ¡Qué necesario es que los ricos se queden vacíos y sientan lo que es pasar hambre para que comprendan el horrible sufrimiento y desesperación de los que pasan hambre desde el nacimiento hasta la muerte, que para huir de ella se embarcan en pateras de muerte o se tiran a las concertinas con muy afiladas cuchillas de las vallas de Melilla, para acabar muriendo de forma injusta y prematura, y que los ricos y poderosos, desde ese despojo, experimenten la necesidad urgente de compartir con justicia y generosidad los bienes de este mundo unos con otros, que experimenten lo que es ser niño-adulto ya a los 4 ó 5 años por tener que luchar rodando de calle en calle para encontrar algo de comer, o ser niña echada de casa embarazada de un hermano mayor, del propio padre o del abuelo, como en Honduras, Nicaragua, etc., o ser violada, maltratada y torturada físicamente con cortes en sus pechos y órganos genitales sin saber por qué ni conocer por quién! ¡Qué crueldades inauditas se cometen en este mundo, precisamente con los más inocentes y menos culpables!

¡Qué mensaje de valor social tan grande nos transmite María de Nazaret! Coincide plenamente en su contenido con el mensaje social de Jesús que recogen los Evangelios, sobre todo de Mateo y Lucas, y en especial con el contenido de las Bienaventuranzas y las maldiciones de Jesús hacia los que son ricos y están hartos. ¡Qué gran formación y educación le dio María Jesús! Desde esta óptica se comprende muy bien que Jesús se pronunciase con tanta contundencia contra los ricos y sus riquezas y toda clase de opresores del pueblo, y se alegrase con quienes se convertían a la solidaridad como Zaqueo, y sintiese tristeza ante aquel joven rico que no quiso seguirlo porque tenía muchos bienes y no los quería compartir. Este importantísimo mensaje para el bien de la humanidad lo había mamado Jesús de su gran Madre María, desde la infancia: quien siembra en un niño siembra para siempre: ¡qué bien lo hizo María!

Efectivamente María fue un gran profeta y una extraordinaria educadora de su hijo Jesús. María Ángels Filella, licenciada en filosofía y letras y con estudios bíblicos ha escrito un precioso libro titulado LA MIRADA VIOLETA, o Los Evangelios vistos con ojos de mujer (Edi. Milenio). En un capítulo dedicado a descubrir otra visión de María, entre otras muchas cosas dice:

“María era una joven culta, con una personalidad bien definida, preparada y capaz para llevar a buen término la misión que había de cumplir como esposa de José y de madre de los descendientes de la estirpe de David. El Magníficat, leído cuidadosamente, nos desvela quién es y cómo es esta joven hebrea. Su corazón femenino siente la opresión y la injusticia y su audacia y coraje la empujan a denunciarlo con fuerza y belleza literaria, manifestando una fe apasionada y una esperanza en Dios, quien ahora envía al Mesías que les había prometido”.

Más adelante escribe: “Investigaciones recientes hechas sobre los dichos de Jesús y de dónde los ha aprendido,... se ha llegado a la conclusión de que los aprendió de su madre..., que El es la expresión de lo que proclama María, y que en su vivir y en su actuar siempre sale en defensa de los pobres y de los oprimidos”.

Por eso valoramos extraordinariamente a María, y la vemos totalmente diferente a la imagen tan superangelical e inasequible que nos han dado de ella. Sin duda podemos decir con todo fundamento que María, la Madre de Jesús fue una mujer de una calidad extraordinaria, no solo por la gran educación que le dio a Jesús, sino también como lo demostró en otras ocasiones: en las bodas de Caná, no estaba sentada a la mesa, sino al lado de los trabajadores ayudándoles en el trabajo y sacando de un apuro a aquellos novios que al final de la comida se habían quedado sin vino para los invitados (algo sin mayor importancia pues ya todos estaban bebidos). Conocía bien a Jesús, se lo dice y El le contesta que “no ha llegado mi hora”, pero ella sabe bien que le va a hacer caso y por eso les dice a los compañeros: “haced lo que El os diga”. Enseguida 600 litros de agua pasaron a ser 600 litros del mejor vino. Mucha cantidad: Dios quiere que haya de sobra para todos, incluso de lo no necesario. La tragedia de este mundo es que habiendo de sobra para el doble de la humanidad actual haya tanto de sobra para unos pocos, y para más de 1000 millones de personas no haya ni un € o dos al día.

Era una mujer valiente y decidida, pues para atender a su prima Isabel que está para dar a luz, cruza toda una montaña para llegar hasta su casa, en una tierra donde abundaban los bandidos como nos cuenta Jesús en el pasaje del buen samaritano. También Juan nos presenta a María atravesando con valentía la guardia de los soldados, por cierto bien brutos, para estar al lado de su Hijo Jesús crucificado.

Gracias, María, por tu testimonio, por tu compromiso, por ser como eres. Mereces que te valoremos infinitamente por tu extraordinaria dimensión humana y por tanto cristiana. Queremos ser, como lo fuiste tu, al menos un poco profetas de nuestro tiempo para deje de haber opresores y oprimidos, que ellos sean liberados de oprimir y estos de liberados de sufrir la opresión, y así todos podamos vivir más dignamente, como seres humanos y como creyentes en tu mensaje como madre nuestra y en el de tu hijo Jesús como hermano nuestro.

Un abrazo muy cordial para Ella y para tod@s vosotr@s.-Faustino
Volver arriba