Todos a soñar

Mateo 1,18-24:

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: la madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo, José, su esposo, que era bueno y no quería denunciaría, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo; "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados". Todo esto suce­dió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: "Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa "Dios-con-nosotros")". Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer".


José tuvo un sueño. Todos soñamos, unas veces dormidos y otras despiertos. A veces los sueños responden a realidades muy profundas, de lo más íntimo que llevamos dentro, incluso tan dentro que ni siquiera caemos en la cuenta de ellas en su profundidad hasta que las soñamos; pueden ser muy reveladoras para el conocimiento de nosotros mismos.
José era un hombre muy honrado y leal. Quiere de verdad a María. No entiende lo que pasa: la ve embarazada sin saber de quien. No quiere hacerle daño: Decide separarse de ella en secreto. No es un maltratador como tantos hoy día. El problema le preocupa, le hace sufrir y sueña con él, y asume las conclusiones de lo que ha soñado. El se consideraba descendiente de David y por tanto comprometido con la liberación de su pueblo, sometido a la opresión de Roma: ver al pueblo libre de Roma este es su sueño, su aspiración. En el descendiente que va a nacer ve la posibilidad de cumplirlo, y acepta a María por esposa, porque "El librará a su pueblo de los pecados".
Comprender qué se entiende por "pecados" es la clave para descubrir el mensaje auténtico de este pasaje del Evangelio, así como otros muchos planteamientos del Evangelio. Vayamos por partes:


El pecado es sencillamente el daño que nos causamos a nosotros mismos, a los demás o a la creación, por el mal que hacemos o por el bien que dejamos de hacer. Por extensión es también pecado todo el mal que deriva de ahí e impide una vida digna. Liberar de los pecados es liberar de las injusticias, de las guerras, de la desigualdad, del hambre, de la opresión, de la humillación, de la enfermedad, de la impotencia, de la violencia, de la explotación, de la ignorancia, del odio, de la marginación, de los vicios, de las cárceles, de la muerte injusta y prematura. Es pecado todo lo que conduce a estas situaciones, como fumar, comer o beber en exceso, gastar sin necesidad, aceptar las guerras o los gastos militares, no pagar el salario justo o la seguridad social a un trabajador, engañar a los electores, abusar de los servicios públicos, sobornar, dejarse sobornor o corromper. No ser profesionalmente competente y responsable por falta de esfuerzo personal; hacer política de partido y no política de pueblo. Hacer política de poder y no política de servicio. Hacer de la política carrera de dominio, de poder y de dinero, acumular más de lo necesario, engañar a otra persona para utilizarla o aprovecharse de ella, maltratarla, no respetarla, despreciarla, causarle daño físico o moral; aceptar, apoyar o defender toda clase de dictaduras y privilegios. Abusar de los animales, las plantas, los árboles, los peces, etc. Destruir la naturaleza sin necesidad, abusar de ella, derrochar sus recursos. No denunciar las injusticias y a los injustos, etc. etc. Todo esto y más cosas son los grandes pecados de los cuales la humanidad, la naturaleza y cada persona necesitamos ser liberados.

Sin duda todos tenemos fallos relacionados con estos criterios y otros más: lo importante no está en no caer nunca en ellos, sino en levantarnos siempre y hacer que los demás se levanten.

Miremos ahora lo que hizo Jesús de Nazaret:

Jesús asume en todo la condición humana menos en ser pecador. Por eso quiso nacer de una mujer como nacemos todas las personas. Lo que José soñó, pronto comienza a convertirse en realidad:

Jesús quiere a los pobres y por eso les anuncia la salvación

Jesús quiere a los oprimidos y por eso les dice que llega su liberación

Jesús quiere a los afligidos y por eso les da consuelo.

Jesús quiere la salud, y por eso cura a todos cuantos enfermos encuentra o llegan a él.

Jesús quiere la alimentación, y por eso da de comer a todos cuantos encuentra hambrientos.

Jesús quiere a los marginados y marginadas, y por eso los rehabilita ante los demás, les devuelve autoestima y dignidad.

Jesús quiere un mundo justo y por eso son dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.

Jesús quiere paz y no guerra y por eso son felices los que trabajan por la paz.

Jesús quiere amor y no odio y por eso su mandamiento es que nos amemos unos a otros.

Jesús quiere compromiso y por eso El se compromete hasta la muerte y dice dichosos los perseguidos por causa de la justicia.


Así es el Dios Padre-Madre de Jesús, Padre-Madre nuestro/a

Hoy necesitamos soñar como José:

Que todas las naciones se ponen de acuerdo para cuidar de todos los hombres y toda la tierra.
Que solo hay soldados para la paz, que se acaban las armas de guerra, que todo se resuelve negociando de forma trasparente y clara y ya no hay misiles, ni ejércitos entrenados para matar, ni aviones ni barcos de guerra.
Que todos los hombres y mujeres amamos los animales, los peces, las aves, los árboles, las plantas, el sol, la luna, las estrellas, el aire, las aguas, la lluvia, la nieve y el viento.
Que todos juntos eliminamos el hambre, la sed, de desigualdad, la contaminación, la avaricia, las enfermedades.

Que todas las multinacionales dejan de explotar a Ruanda, al Congo, a Nigeria, a Guatemala, a Colombia, a la selva amazónica, a Somalia...
Que todos aprovechamos bien todos los recursos, evitamos el despilfarro, no contaminamos y cuidamos con mimo extremo a los más débiles.
Que recuperamos y rehabilitamos a todos los presos del mundo, abrimos todas las cárceles para que salgan todos y las cerramos para siempre.
Que todas las religiones se respetan, se ayudan y se unen para el amor, la armonía, la fraternidad, el cuidado de los niños, enfermos y ancianos, la construcción de la paz, la protección de la vida de todos y de todo, y reconocen a Dios como Padre-Madre de todos y de todo.


Cuantos más y cuanto más soñemos todos/as con esta utopía, más nos acercaremos a ella y nos iremos acercando a la felicidad de Jesús Resucitado para todos los seres humanos y toda la creación. Aún hay muchos muy dormidos sin soñar, que siguen con los ojos cerrados, pero cada vez hay más personas muy despiertas soñando con un mundo mejor.

Un abrazo muy cordial a tod@s.-Faustino
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