"También se puede vivir de manera más sosegada y, seguro, eso nos hacía mucha falta" Pensando en un balance de este 2020: "Es tiempo de crecer en humanidad y en corresponsabilidad"

Balance de este 2020
Balance de este 2020

"Para todos, un año para tocar la fragilidad de la vida humana, su vulnerabilidad y la necesidad que tenemos de afrontar todas las dificultades que vienen"

"La inmediatez de la vida lleva a la incapacidad de contemplar, de cuidar, de preservar"

"A nivel de relaciones interpersonales, ya se extrañan demasiado y se percibe lo que tal vez en la vida normal no siempre se valora: el encuentro, el abrazo, el beso, la compañía, la sonrisa, la mirada, la palabra"

"La pandemia ha revelado que en verdad hace falta una iglesia más comprometida con lo social que con el culto, una iglesia más pobre y misericordiosa, una iglesia más sinodal, una iglesia menos afincada en sus seguridades y más dispuesta a vivir 'en salida', 'sin miedo a herirse o accidentarse'"

Estamos próximos a celebrar el fin de año. Para muchos un año que solo nos ha traído dolor y sufrimiento. Ojalá se acabe ya y se vislumbren tiempos mejores. Para otros un año de muchos aprendizajes, cambios y situaciones desconcertantes. Para todos, un año para tocar la fragilidad de la vida humana, su vulnerabilidad y la necesidad que tenemos de afrontar todas las dificultades que vienen. Y como en todo año que termina, un balance no viene mal, aunque, esta vez, marcado por esta situación del Covid-19 tan imprevista.

A nivel de movilidad, cuantas cosas se detuvieron. Fueron muchos los viajes y eventos cancelados, poco a poco se pasaron a versión virtual -con las diferencias que conllevan- pero se sintió el detener el ritmo de vida acelerado que llevaban tantas personas. También se puede vivir de manera más sosegada y, seguro, eso nos hacía mucha falta.

A nivel de trabajo y estudio, la modalidad virtual se ocupó de transformarlos para bien y para mal. La creatividad no se hizo esperar y fue mucha la entrega de las personas para aprovechar estos recursos y proponer muchas iniciativas que permitieron avanzar en estos aspectos. Pero también, con el paso del tiempo, se ha visto el cansancio y no todos los estudiantes pudieron aprovechar de la misma manera.

Ángeles de la pandemia

El rendimiento escolar no pudo ser el mismo en todos los jóvenes y para el próximo año, sé de jóvenes que no continuarán sus estudios universitarios porque consideran que se paga demasiado dinero para una educación que, si continúa virtual, no ofrece lo mismo. Y, esto para los que han podido tener estos medios. Pero grandes mayorías de personas no cuentan con la tecnología necesaria y es imposible, a pesar de tantos esfuerzos, que con un solo celular puedan estudiar cinco hijos, sin contar lo que los padres tenían que hacer con el mismo recurso.

A nivel de medio ambiente, al inicio de la cuarentena mucha gente notó la diferencia de un aire más puro, con menos contaminación. Pero la reactivación de la economía ha hecho que rápidamente esto se olvide porque es más fuerte la urgencia del día a día que la capacidad de pensar a largo plazo y moverse decididamente al cuidado de la casa común. La inmediatez de la vida lleva a la incapacidad de contemplar, de cuidar, de preservar.

A nivel familiar, muchas familias están compartiendo más y la casa se convirtió en lugar de encuentro y crecimiento. Pero muchas otras se enfrentaron a lo que arrastraban de años atrás y las separaciones no se han hecho esperar. Además de toda la violencia doméstica que se conoce se ha vivido en este tiempo. Por supuesto aquí hablamos de los que cuentan con una casa adecuada. Muchos no tienen una vivienda digna y para ellos la cuarenta ha sido simplemente insostenible. El problema no es entre cuidarse o no hacerlo sino en constatar que la diferencia de condiciones socioeconómicas, condicionan la vida en todos los sentidos.

Pandemia y cielo

A nivel de relaciones interpersonales, ya se extrañan demasiado y se percibe lo que tal vez en la vida normal no siempre se valora: el encuentro, el abrazo, el beso, la compañía, la sonrisa, la mirada, la palabra. Pero también ha quedado en evidencia la calidad de relaciones que se viven, las personas con las que en verdad se siente falta de estar y a las que les hacemos falta. Algunos han constatado que la red de amigos es más una red de conocidos circunstanciales que unos verdaderos lazos entrañables que permanecen firmes en tiempos de cercanía o de distancia.

A nivel religioso, aunque muchas personas han acudido a la oración y han sentido la falta de ir al templo, también se pueden ver algunas consecuencias en la poca formación en la fe que se ve en ciertos contextos. Ese laicado adulto con el que soñamos para hacer de la iglesia un pueblo de Dios donde todos y todas participan con sus diferentes carismas y ministerios, no logra mostrar su empoderamiento. Muchos han quedado dependientes de lo que el clero programe por los medios digitales y esperando la reapertura de los templos. Esta circunstancia es ocasión para pensar qué experiencia de fe, qué sentido de iglesia, qué compromiso social y, sobre todo, qué sentido de los sacramentos se vive.

Misa online
Misa online

El balance, tiene aspectos positivos, pero también convendría pensarlo más a fondo para que la iglesia, gracias a esta circunstancia, tome el pulso de su ser y quehacer y haga cambios. Las propuestas que Francisco ha hecho a la iglesia para su reforma deberían tomarse en peso y ponerse en práctica porque la pandemia ha revelado que en verdad hace falta una iglesia más comprometida con lo social que con el culto, una iglesia más pobre y misericordiosa, una iglesia más sinodal, una iglesia menos afincada en sus seguridades y más dispuesta a vivir “en salida”, “sin miedo a herirse o accidentarse” (Evangelii Gaudium 49).

Muchas otras cosas se podrían señalar en un balance de este año y cada cual puede añadir lo que ha vivido personalmente. Pero lo que interesa es tomar conciencia de la propia realidad para vislumbrar un nuevo año mejor. La pandemia pasará algún día (aunque en nuestro mundo estructuralmente injusto, ya los países más ricos están vacunando a sus ciudadanos y otros ni tienen esperanza de que tal vacuna llegue a ellos) pero lo vivido en este tiempo no puede dejarnos indiferentes. Por el contrario, es tiempo de crecer en humanidad y en corresponsabilidad.

Es tiempo de hacer verdad en nuestra vida, lo que nos trajo el Mesías esperado, el Niño Jesús que acabamos de celebrar en navidad: “Reposará sobre Él, el espíritu de Yahveh, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra (…) justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos (…) nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh (Is 11, 1-9). El 2021 traerá sus propios problemas, pero el “Dios con nosotros” (Mt 1,23) está sosteniendo nuestras vidas y, si le acogemos, dará sus frutos en cada uno y en la historia que vivimos.

2020

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