Poesía

La poesía del poeta aragonés Miguel Labordeta (1921-1969) es una poesía existencial de carácter exabrupto, por cuanto convive una realidad abrupta: la realidad de la posguerra y de la guerra fría, caracterizada por la experiencia del sinsentido tras la llamada “muerte de Dios” voceada por Nietzsche. Se trata de un impresionismo existencial al que se anuda un expresionismo surreal, el cual trata de exorcizar lingüística y simbólicamente ese desgarro vital de signo nihilista. Para M. Labordeta el mundo es una “burbuja rota”, exacta descripción del Big-Bang definido por Gioconda Belli como “el orgasmo de los dioses amándose en la nada”. Ante semejante espasmo cósmico de un universo que flota en la nada, nuestro autor presenta al hombre como el “abandonado fugitivo”, o sea, como el abandonado abandonante de semejante mundo a la deriva.

La cuestión originaria de esta poesía existencial procede del poemario Transeúnte central (1950), donde se plantea el (sin)sentido de todo, la creación y el Creador, el hombre y la mujer, las cosas y lo real. La entropía se adueña de todo y acaba con todo por “calcinación”, ya que todo nace para morir. Su posible contrapunto - el amor- solo resulta un intento loco por “enhebrar raíces con estrellas” (Sumido 25). Se trata de un “amor absurdo y sin objeto”, de carácter transobjetivo y, por tanto, transreal o surreal, transtemporal (como se define en Epilírica).

Esta salida surreal se tiñe de humanidad en Soliloquios y otros poemas, donde nuestro autor encarna esa apertura en la hermandad, o sea, en la fraternidad de connotaciones tanto cristianas como ilustradas y socializantes. Así ocurre en Hermano hombre (1951), en el que Labordeta asume empero la palabra del hombre ambivalentemente como una “espada” de doble filo o sentido, ya que coimplica tanto la vida como la muerte, el sentido y el sinsentido.

Si la vida representa el sentido, la muerte representa el sinsentido, pero un sinsentido que nuestro poeta trata de asumir siquiera críticamente. Esta asunción crítica se realiza a través de una trasfiguración de la muerte como “iniciática”, es decir, como introductora en la paz perpetua y el radical desasimiento, un tema de origen oriental y recepción heideggeriana. En efecto, en Violento idílico, la violencia de la vida se diluye simbólicamente en la muerte como “muerte resucitada” o muerte inmortal, “nada maravillosa” o nada nirvánica.

Ahora bien, la muerte como vieja Parca que todo lo aparca no es la nada literal sino la nada simbólica, por cuanto contiene/detiene el tiempo mortal y lo cobija o alberga en un vacío o vaciado inmortal: “yo permanezco aquí mudo y atónito / como un muerto inmortal”, se afirma significativamente en el poema Destino.
De esta guisa, el poeta Miguel Labordeta, “el náufrago que amó las estrellas”, concluye su periplo proregresivamente, acurrucándose en el vacío búdico de la nada y en el vaciado simbólico de la muerte, coafirmando así finalmente un cierto sentido transnegativo y un incierta trascendencia interior (intratrascendencia). Nos las habemos entonces con una solución simbólica del enigma existencial, una solución disolutora por cuanto pasada a través de la muerte.

La presencia cobra así sentido a través de la ausencia, la realidad a través de la surrealidad, el ser a través de la nada. Pero no se trata de una nada literal sino simbólica, ya lo hemos dicho, y por lo tanto nos confrontamos con un nihilismo simbólico y abierto, mas no cerrado o clausurado en una insignificancia absoluta. Y es que la vida nos salva de la muerte, pero a su vez la muerte nos salva de la vida, abriéndonos al descanso eterno a través de su abrazo abrasivo, cuya simbología remite a la gran purificación final del fuego heraclíteo casi sagrado:

Dame muerte mía
tu relámpago
de abrasado total
(Violencia idílica).

(El enigma de la vida es la muerte: a dónde va cuando muere, qué hace al deshacerse y qué nos dice al decirnos no: el por qué del silencio trascendental y el para qué del no-ser inmanental).


(Bibliografía mínima)
Revista Ínsula: número 810, monográfico dedicado a Miguel Labordeta, Junio 2014.
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