AMEN

Tal escueto título responde a un film de Costa-Gavras que el pasado jueves se emitió por televisión. Dejamos de lado los aspectos puramente técnicos para fijarnos en el alegato que contiene, dado que lo que narra la película se atiene a lo que fue la realidad.

El personaje central es alguien que existió, una persona real, con familia, alguno de cuyos hijos todavía vive (Arnol Gerstein perteneció a la marina de EE.UU., combatió en Vietnam y murió en 2005), de profundas convicciones religiosas y que sufrió con impotencia la doble condición de tener que vivir (trabajar dentro de un sistema, obedecer y cumplir lo que de él se esperaba) y la otra la de obedecer a una conciencia que no podía admitir el horror por él presenciado.



Kurt Gerstein perteneció a las SS. Nació en 1905 y murió en julio de 1945. Se suicidó en su celda por no poder soportar más tanto sus recuerdos como la inutilidad de su lucha. En la película se recrean datos que aparecen en el así conocido “informe Gerstein”, 1945, sobre la liquidación de judíos (¡si pudiéramos prescindir de este “título”, judíos, y referirnos sólo a familias y personas…!). Entre esos datos reales, aparece en la secuencia inicial la efectiva oposición de altos dignatarios protestantes y católicos alzando su voz contra la liquidación de personas discapacitadas --eutanasia--, cosa que lograron detener.

Otros hechos relatados son la incredulidad del gobierno sueco, el primero en saber de tal denuncia; el abrupto rechazo del Nuncio del Vaticano, Monseñor Orsenigo (texto de Gerstein: ¿Qué acción contra el nazismo puede exigirse a un ciudadano corriente cuando el representante de Dios en la Tierra se negó a recibirme?”); pastores protestantes informados por él; un alto dignatario de la embajada suiza; la resistencia holandesa afirmando tener otras prioridades...

Desconocemos si la historia de Ricardo Fontana es real o no. En la sinopsis del film aparece como personaje ficticio (bien pudiera ser el sacerdote católico Otto Wehr, alguien con quien Gerstein habló). Quizá venga a llenar la necesidad del imprescindible nexo burocrático para poder acceder a las altas instancias religiosas de la Iglesia Católica. No extraña que este joven jesuita alemán, implicado sentimentalmente en el dolor de tanta gente que moría, terminara renegando de la cruz para pegar en su pecho la estrella de David y morir en un campo de concentración.

El plan de exterminio ideado en un principio por las autoridades alemanas no se hizo público, como es obvio. Más todavía, el funcionamiento de los primeros campos sólo era conocido por un reducido número de funcionarios. Y el mismo acto de la aniquilación por menos todavía. Contar todo eso en ámbitos "ilustrados" tuvo que resultar ciertamente “increíble”. Y ser denunciado por alguien que precisamente trabajaba en ello, tuvo que provocar lógicas suspicacias. Ese fue el drama pesonal de Gerstein.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el cinismo y la hipocresía se adueñaron de las mentes dirigentes que podrían haber detenido tal hecatombe. Si tal hecho, con los datos que se tenían, hubiese sido denunciado, aireado, publicado… entre el pueblo alemán, con seguridad el número de personas que murió en el genocidio hubiera sido muchísimo menor. No se puede exonerar a los países aliados de algo que, por omisión, dejaron que continuara. En palabras cristianas, “pecados por omisión”.

Quizá lo pretenda Costa Gavras, dado que el que peor parado sale del film es el Vaticano y, en concreto, S.S. Pío XII. ¿Podía haber hecho algo más? Desde luego. ¿Podía haberse referido expresamente a los judíos y a lo que estaban haciendo a diario con ellos? Eso creía Gerstein. Pero todas "sus santidades" cayeron en las garras de la diplomacia; funcionó el sentido de “estado”, uno más en Europa, y no el sentido religioso; se escudaron en subterfugios y se desvaneció su acción –ésa a la que apelaba Pío XII y que apenas si la hubo-- entre palabras “hermosas y dolorosas”. No hubo denuncia alguna de tales crímenes, sabiendo que se cometían.

31. No lamentos, acción es la consigna de la hora; no lamentos de lo que es o de lo que fue, sino reconstrucción de lo que surgirá y debe surgir para bien de la sociedad.


Dígase lo mismo, y más, del clero protestante.

Protestantes y católicos dejaron que el sentimiento nutrido de la secular inquina contra los judíos actuara como criterio de sus omisiones. No vieron porque no querían ver. Ésas no eran personas, eran judíos... y no eran “de los suyos”. Es significativa la frase puesta en labios de Pío XII ante el embajador alemán cuando comenzaron a detener judíos en Romas: “¡Han detenido incluso a judíos ‘conversos’!”. Anecdótico pero sintomático. Ficticio pero expresivo de un sentir común en esos tiempos.

Lo mismo que hoy sucede con el clero vasco y catalán, gran parte del cual está infectado del virus nacionalista, mucho más sucedió con el clero católico y protestante alemán. Hubo verdadera connivencia con el Régimen, se aplaudieron sus acciones, hicieron la vista gorda ante flagrantes injusticias y desmanes, se rezó por el Canciller Jefe de Estado, se firmaron acuerdos de financiación religiosa, etc. Y es que… el Gobierno había levantado a Alemania de la postración; el Gobierno había detenido la plaga comunista; el Gobierno había resucitado a la nación…

Cierto, es algo deliberadamente pretendido en la película, algo que todavía colea en los modos vaticanos y algo menos en los arzobispales: el entorno “imperial” que se aprecia en el Vaticano. Boato, alta burocracia, desinterés por las “menudencias” (injusticias, atropellos, etc.), el factor de las influencias y el afán de ascender, diplomacia gastronómica…

Y por encima de todo eso, la babosa palabrería de los altos dignatarios vaticanos, comenzando por los discursos de Pío XII (véase el pronunciado en la Navidad de 1942). En el mensaje navideño se encuentran frases que hoy rechinan más todavía conociendo lo que conocemos.

Figura controvertida la de Pío XII (para muchos fue nuestro “primer” papa):

La Iglesia no pretende tomar partido… …siempre que respeten la ley divina


¿No tomar partido? ¡Desde luego que lo toma! Siempre está con los vencedores. En tal año Alemania hollaba Europa. En tal año invadió Rusia: ¡Alemania parapeto contra el comunismo! ¿Qué cosa más maravillosa podía pedir la Iglesia? De ahí que no procediera denuncia alguna.

…la Iglesia, columna y fundamento de la verdad (1Tim 3,15) y guardiana, por voluntad de Dios y por misión de Cristo, del orden natural y sobrenatural, no puede renunciar a proclamar ante sus hijos y ante el mundo entero las normas fundamentales e inquebrantables


Palabras y más palabras. Por defender tal “orden” la Iglesia católica está donde está en Occidente, desprestigiada y abandonada por grandes masas de población.

…nos sentimos unidos por un amor profundo, imparcial e imperturbable y por el ansia inmensa de hacerles llegar todo el alivio y el socorro que de alguna manera esté a nuestro alcance
.

¡Cómo chocan tales palabras con el silencio ante tamaña aberración! Pudiera ser que en los primeros tiempos no supiera exactamente qué sucedía con grandes masas de personas que desaparecían hacia “campos de trabajo”, ¿pero luego? Y no alzó la voz en momento alguno para detener tal barbarie.

Hilaridad les podría provocar a los altos cargos alemanes la escucha de párrafos tan "sentidos" como el que sigue. Sólo hubiese faltado apelar al sacramento de la penitencia para que sus pecados les fueran personados.

… una autoridad verdaderamente digna de tal nombre jamás dejará de sentir su angustiosa responsabilidad ante el eterno Juez, en cuyo tribunal toda falsa sentencia, y muy singularmente toda trasgresión de las normas dictadas por Dios, recibirá su indefectible castigo y condenación
.

Tal discurso –diciembre de 1942—contiene una frase verdaderamente sarcástica, conociendo hoy día lo que las Cruzadas fueron y la mortandad y destrucción que provocaron:

… al grito de "¡Dios lo quiere!", dispuestos a servir, a sacrificarse, como los antiguos cruzados
.

Déjense de refutaciones baratas aquellos que, tras la consideración de tal historia, pretendan escudarse y justificar tal dejación de sentido moral. Dirán que “eran otros tiempos y otros criterios”; dirán que “la Iglesia estaba maniatada”; podrán decir que “socorrieron a muchos judíos”; incluso algunos apelarán a ese sempiterno segundo plano espiritual de “la Iglesia no es el Vaticano”… Allá ellos si se quieren engañar.

Significativamente termina “Amén” con la ayuda franciscana a uno de los más vesánicos ejecutores de la “Solución Final” para poder emigrar a Argentina. También se sabe que el Vaticano ayudó a muchos nazis a escapar… pero se esconde.
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