Hubo
en otros tiempos muchas personas que propugnaron una sociedad nueva, personas que, a su modo, pretendieron vivir sin las ataduras de la creencia, en lucha contra la irracionalidad, contra la incultura generada o provocada por los credos, respaldando con su ciencia y su doctrina una forma de vida "razonable".
Para su "desgracia" esas gentes bienintencionadas tenían que vivir, tenían que alimentar a su familia. La libertad siempre se cuece en el estómago, el propio o el de los suyos.
Los tiempos cambian, las sociedades también, pero las necesidades humanas no. Salvadas éstas, se generarán otras... pero en libertad.
Hoy disponemos de un ingente caudal de medios para hacer que surja un mundo nuevo: ciencia, medios técnicos y, sobre todo, ojos, oídos y conciencia universal.