Estupideces hechas comentario.


................. Si aparte de sentirse uno obligado, por compromiso, a exponer sus ideas a diario en este blog sobre religión--que es fe, prácticas piadosas, historia y humanismo--, tuviera que contestar a cada uno de los que por aquí se asoman, le faltarían horas al día para ello y, sobre todo, se privaría uno de tiempo para algo más interesante como gozar de la vida y de las pequeñas felicidades que ésta trae consigo.

Y, además, no serviría de nada. Un crédulo jamás puede ser convencido. Debe ser él el que se convenza de que las ideas religiosas no tienen consistencia, no se necesitan para ser mejor persona y secuestran la inteligencia. Si todavía, con los datos que el crédulo tiene, no se convence, mejor es dejarle que siga su camino, apartarse de su peligrosa trayectoria y seguir diciendo lo arriesgado que es enfrentarse a un crédulo con armas.

No porque se deje de contestar a los comentaristas, puede uno dejar pasar simplezas que se nos endosan como las que subrayo

1) La misma monserga de siempre (lo escrito en ese día). Así lo expresa el dicho popular: “Llámaselo, antes de que te lo llamen”. Las pequeñas cosas definen a los grandes pensadores (Moisés es uno): “monserga”. Así califican a los demás cuando algo no coincide con los tópicos que a uno le guían. ¡Cómo se le ve el pelo de la dehesa! Con una palabra intenta defenestrar... ¡a aquel al que lee todos los días! Ya es masoquismo leer todos los días monsergas.

2) ¡No tiene otra! ¿Y tienen alguna otra los crédulos? Todos los días “creo en Dios Padre todopoderoso”, "he pecado mucho", "corazón de Jesús en vos confío" o “Virgen santa, virgen pura, vida esperanza y dulzura”. Frente a lo mismo de ellos, año tras año, lógicamente más de lo mismo nosotros. A tales monsergas, tales impertinencias.

3) Odio a Dios. ¿Por qué no me cita también con otras afirmaciones? Por ejemplo, dios es una idea universalmente aceptada como arquetipo o super yo. No se puede odiar aquello que no existe más que como idea. ¿Cómo se puede, entonces, odiar a Dios? Una idea puede ser combatida, refutada, examinada, que es lo que aquí hacemos… ¿pero odiarla?

4) Odiar la relación con Dios. Si llaman “odio” al mostrar las incongruencias, los absurdos de determinados credos, los disparates conceptuales y factuales, las barbaridades cometidas por la fe, los desatinos, las ridiculeces de ritos y prácticas, las ingenuidades de determinadas creencias… pues llámelo Ud. odio. Pero cualquiera diría que es simplemente “pensar” y “hacer crítica racional”.

5) Desprecio a los creyentes desde su Cumbre (con mayúscula) intelectual. Tome nota, inestimado comentarista/fundamentalista/ayuno de ideas propias: sólo el que investiga algo o se adentra en determinados campos del saber se da cuenta de que no sabe nada, de que el campo que explora es infinito… y eso es lo que le hace humilde. No habrá visto en ningún momento que aquí hayamos presumido de nada excepto de ser buscadores de la verdad.

6) Creyentes, crédulos en su argot. Ni creyentes ni crédulos es “argot”, o sea, jerga, jerigonza. Y repito hasta que pueda alguna vez caer en la cuenta, cosa que dudo: a los que no creen en sus fábulas y badajadas, ustedes les denominan “incrédulos”. Lógicamente los que sí creen han de ser denominados “crédulos”. Negativo, incrédulos; positivo, crédulos.

7) Por resentimiento de lo que, según dice, fue fervoroso practicante. Primero, llamar resentimiento a nuestra posición respecto a la creencia, es falso. Sí existe resentimiento –llámelo animosidad, acritud-- respecto a determinadas personas que destrozaron mi vida profesional. Y esas personas eran altos cargos de la Iglesia de Madrid.

¿Contra la creencia? No hay resentimiento alguno. Muchos años antes del hecho que he referido, por reflexión, por estudios (psicología, antropología, religiones comparadas, etc.) pude llegar a poner a las religiones en su lugar, que es el que aparece en los más de 3.900 artículos escritos en este blog.

Y prescindí de su tiranía mental y de tener esas creencias como referencia vital, intelectual o ética. Mi postura ante ellas todavía era y ha sido durante años aséptica, ni en pro ni en contra. El hecho personal y familiar citado antes, me demostró que las creencias religiosas no guían para nada el comportamiento ético de los gerifaltes sacros (fueron palabras expresas de un obispo). Fue entonces cuando cambió mi postura: de ser imparcial cambié para poner mi grano de arena en convencer a otros de la perversión que esconden las religiones, especialmente las burocratizadas como la Católica.

8)... Insistiendo en lo mismo. De sabios es cambiar. ¿Es cierto eso? Un investigador piensa que una cosa es como él piensa que es; cuando investigaciones posteriores le hacen ver la verdad, cambia. Creían que las enfermedades eran castigo de los dioses hasta que Hipócrates o Galeno o Servet… Creían que la tierra era plana hasta que Eratóstenes… A. Einstein puso en su sitio las leyes de Newton… Agustín de Hipona, o Lactancio, al elucubrar sobre la universalidad de la redención de Cristo dedujeron que no podía haber antípodas en la Tierra. Genial deducción.

De sabios es cambiar excepto que la sabiduría se refiera a creencias religiosas. De sabios, pero no de creyentes. Un fanático no puede cambiar. Por eso es fanático.

¡Pero si hasta las mismas religiones cambian! En el A.T. se ofrecían sacrificios de animales a Yahvé; hoy no. Antes del siglo X los curas podían casarse; hoy no. ¿Ha cambiado la Iglesia? Sí, en este último caso hacia la estupidez. En cuanto a dogmas, también: una mentira sólo puede taparse con otra más grande. Piénsese en la infalibilidad. Piénsese cómo ha tenido que cambiar en cosmología, en biología, en genética, en el asunto de la evolución…

9) Motivos de la I y II Guerra mundiales. Consideración insultante y pueril por demás el que no digamos nada sobre los motivos de tales hecatombes. Primero, porque eso no tiene nada que ver con el hecho cierto de que “muchas” guerras –muchas, no todas— han tenido origen religioso, cuando, y esto es relevante, la religión debiera haber sido un murallón contra ellas.

¡Claro que ha habido otras donde la ambición del hombre, el deseo de venganza, el afán depredador, la defensa propia… han sido los motivos! Ganas de querer confundir y de paso pretender subrepticiamente hacernos reos de su justificación. También hemos repetido aquí que Stalin y Mao, el comunismo como coartada, han sido los mayores genocidas de la Historia. ¿Tapan o exculpan sus atrocidades las provocadas por las guerras religiosas? Y aventuramos, como en algún lugar hemos dicho, que los criminales Hitler y Stalin se sirvieron del modelo que proporcionaba el modus operandi de la Iglesia cristiana. La persecución nazi de los judíos está calcada de la Iglesia católica y de determinados papas (ver el libro de David I. Kertzer).

10) profeta como B. Russell. Querer negar el peligro al que se enfrenta la humanidad –conflicto mundial estimulado por las creencias religiosas— poniendo como pretexto “visiones” de B. Russell… eso sí que es de simples. ¿O no lo estamos viendo todos los días?
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Lo dicho se refiere a un comentario aparecido el día 4 octubre 2016
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