Moral (XXIII). ¿Tiene sentido hablar de “moral prehumana” en las sociedades de chimpancés? (III)

Como nosotros, los animales responden a estímulos sintiendo emociones, entre ellas la de aprobación, que lleva a aproximarse, y la de desaprobación o rechazo, que lleva a retirarse. El estado emocional resultante de cualquier interacción conduce a una conducta, pero ésta siempre viene precedida por una intuición de tipo moral.

También son, como nosotros, territoriales, y tienen estrategias de dominación y coalición para conseguir comida, espacio y sexo. Y, concretamente los animales superiores de índole social, se organizan según un sistema de relaciones grupales y jerárquicas que incluye una moral intuitiva semejante a la descubierta en nuestra especie e interviene en la génesis de lazos de unión o rechazo.

En estos animales no son extraños los sentimientos de vergüenza, turbación, culpabilidad, repugnancia, desprecio, empatía o compasión. De hecho, los sentimientos de vergüenza y turbación se asocian a conductas de sumisión.

Por otro lado, se hacen regalos, intercambian caricias y realizan acciones aparentemente altruistas que afianzan su unión y cohesión. El resultado es la reciprocidad y también el refuerzo de la empatía (“puedo sentir tu dolor” titula Gazzaniga el capítulo correspondiente) (1).

Ésta forma parte esencial del acervo biológico que compartimos con nuestros parientes actuales (y con nuestros ancestros en línea directa).

La conducta de imitación voluntaria se da en algunas aves, en los cetáceos y en los grandes simios. El mimetismo es también emocional. No en vano las emociones de las personas (o animales queridos) próximas son contagiosas.

Cuando la conciencia de cómo se siente el otro, se asocia a la autoconciencia y al sentimiento moral innato, resulta difícil dejar de plantearse que los animales superiores deban tener un sentimiento moral, aunque sea en forma incipiente respecto al que estimamos “nuestro”.

Todo esto, con cita de experimentos diversos -de estimulación eléctrica, neuronas espejo, intervenciones quirúrgicas que afectan a áreas o estructuras diversas, supresión de estímulos-, estudio de alteraciones genéticas relevantes, patologías de regiones o núcleos nerviosos afectados, etc., lo aborda Michael S. Gazzaniga en el ensayo anotado infra (cuya lectura recomiendo vivamente).

En él se relacionan nuestras facultades, módulo a módulo, y se comparan con estudios similares realizados en animales superiores. Y resulta que los chimpancés pueden adoptar la perspectiva visual de otro individuo, realizar engaño intencionado y manipular lo que otro individuo cree que ocurre.

Gazzaniga considera, en cambio, que la experimentación concluye que, a diferencia de los niños de 4 años, los chimpancés sí que son incapaces de resolver favorablemente los experimentos de detección de falsas creencias, pero estudios más recientes aseguran lo contrario(2).

En cualquier caso, existen suficientes indicios de que los chimpancés pueden, hasta cierto punto, adoptar la perspectiva psicológica de otro individuo; de que tienen una conciencia emocional. Y también pueden mentir y engañar, especialmente a los individuos por los que sientan cierta aversión emocional.

Quien albergue reservas, debería consultar las capacidades de Washoe (ver, por ejemplo: https://goo.gl/ejeL5M, https://vimeo.com/23268803 o https://goo.gl/fRbA1m); o de la gorila Koko. Estas primates aprendieron más de un centenar de signos logrando comunicar ideas y emociones, incluyendo: "estoy triste" y “te pido perdón”. Tenían autoconciencia y mentían, ya fuera para obtener una gratificación o para evitar una situación indeseable.

(Aprovecho para invitar a reflexionar sobre el aprendizaje de un lenguaje simbólico sobre palabras “humanas” convertidas en los gestos propios de la lengua de signos inventada para sordomudos. Si alguien imagina que la tarea sería fácil para un ser humano, que se ponga en el caso de que, sin saber leer, ni escribir, ni nada de costumbres ni asuntos culturales humanos, tuviera que aprenderla de alguien de lengua desconocida; por ejemplo, de un tailandés. Aunque el símil mejoraría si se imaginara llevado a un laboratorio extraterrestre en el que varios de ellos, ataviados con batas y rodeados de extraños aparatos, se empeñan en que enseñarte a aprender señas).


Cuando Washoe fue cedida a un laboratorio de Oklahoma -en una de cuyas jaulas la introdujeron con otros congéneres- tuvo una crisis de identidad. Se creía humana y pedía desesperada que la apartaran de aquellos "bichos negros".

Su “familia” aprendió de ella el lenguaje de signos. La cría adoptada Loulis aprendió los signos sin intervención humana alguna. Y se valían de esta lengua para comunicarse ideas entre ellos. Por ejemplo, para comentar las fotos de una revista (bebida, comida, helado, zapatos...). También tenían las discusiones propias de los niños, e intervenían para poner paz.

“Cuando Loulis le quitaba una revista a Washoe, ella le maldecía y le decía 'sucio', explica Deborah, que comenta que los primates también saben utilizar los signos para mentir. Y así se ve en una grabación en la que Dar hizo creer a Washoe que Loulis le había pegado y se tiró al suelo señalándole y pidiendo con signos a su madre un "abrazo". Ésta acabó regañando al supuesto agresor, una infantil malicia típica de Bart Simpson o de un delantero en el área pequeña.” (3)

Considero que los indicios que he resumido bastan para entender que nuestra base moral innata -abordada al comienzo de esta serie- tiene una historia evolutiva inteligible.
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(1) Gazzaniga, Michael S.: ¿Qué nos hace humanos? La explicación científica de nuestra singularidad como especie. Paidós, Barcelona, 2010. p. 51.
(2) https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/los-grandes-primates-pueden-leer-la-mente-segun-un-experimento/10004-3061541. “En la dramatización, una persona disfrazada de simio le robaba una piedra a un hombre y la escondía en una caja, después el hombre salía de escena y la persona disfraza cambiaba la piedra de caja y finalmente se la llevaba. A continuación, regresaba el hombre a la escena para buscar la piedra. Los resultados del experimento demostraron que, a sabiendas que la piedra no estaba en ninguna de las cajas, los primates fijaban su mirada en la primera, conscientes de que el hombre creería que estaba escondida en ella.” Esta anticipación a la acción del hombre implica el conocimiento del modo en que opera la “falsa creencia.”
(3)http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/05/ciencia/1304588917.html
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