¡Que no, que el Nuevo Testamento es tan peligroso como el Antiguo! (1/2)

En el Nuevo Testamento no hay lugar para la ira, el temor, la angustia, el odio, el genocidio, la división...
A esta intoxicación benévola se añade el hecho cierto de que los crédulos sólo escuchan o leen lo que coincide con su propio pensamiento, lo que les agrada, lo que les adormece. Para vergüenza de quienes no quieren ver, desde tiempos de la imprenta ha sido posible poner en relación textos, cotejar perícopas, extractar lo que se quiera… y pensar.
Es de suponer que cualquier enunciado de los Evangelios tiene el mismo valor que otros. Nos vamos a fijar únicamente en aquellos que demuestran el aserto del título. Los otros, los del Jueves Santo, son harto conocidos y no pueden invalidar éstos. En todo caso la enorme contradicción haría ilícita cualquier predicación consecuente y lógica. Y… el que no quiera ver, que no mire, pero no diga que los demás no vemos y deducimos.
Una precisión frente a aquellos fieles que toman a los demás por tontos, por necios, por incultos e ignorantes: no hablen de alegorías, de lenguaje simbólico, de sentido figurado. Es el recurso que utilizan los "entendidos" de todo tipo, los curas, los papas y la Iglesia en general, cual es que las palabras referidas al “amor al prójimo” se deben tomar al pie de la letra; en cambio la crueldad, la ira, la venganza de Dios debe interpretarse. Asimismo, que los hechos objeto de narración son históricos; en cambio las contradicciones, las promesas, los errores de fechas, los hechos “increíbles”... han de ser interpretados, "contextualizados" o son recursos literarios.
Preciso es gritarles que no sirven las excusas, que la gente ya no es tan inculta como ellos pretenden que sea, que las palabras dicen lo que dicen... De ahí que digamos, con la rotundidad del que lee y entiende, que el mensaje del Nuevo Testamento es claramente racista, machista, homóofobo y misógino, excluyente y masoquista. Continuamente hace apología del sufrimiento innecesario. Rezuma odio hacia el sexo, el cuerpo y el placer.
¿Se puede leer lo que sigue con imparcialidad?
• Abundancia de amenazas, de posibles terribles castigos, de infiernos por doquier contra aquéllos que no creen. Y esto, repetimos, contradice otras afirmaciones morales. En el caso de la cita primera, también contradice a la historia. Mateo 1.17 y 10. 7: “Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado (…) Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca”. 2.000 años llevamos oyendo lo mismo. Jesucristo habló de “una generación”, pero todavía el Reino de los Cielos no se percibe por ninguna parte. ¿Qué pensar? ¿Mentía Jesús? ¿O es que Dios Padre lo engañó? ¿Sufría Jesús alucinaciones?
• ¿Cómo justificar el masoquismo que trasluce el párrafo que sigue, que llevado a su extremo más ortodoxo sería no sólo masoquista sino suicida. Daría carta blanca a matones, chantajistas, ladrones e incluso asesinos. Repetimos: sólo el masoquista se alegra con el sufrimiento.
o Mateo 5, 11, 12: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos (…)”
o II Pedro, 4, 13, 14 “… alegraos en la medida en que participáis de los sufrimientos de Cristo (…) Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo” La historia propia del cristianismo y también otras religiones como el budismo, han contradicho ese mensaje: todo ser humano ansíala felicidad y se aleja del sufrimiento. ¿Por qué deberían los hombres de alegrarse y regocijarse por ser injuriados y perseguidos? Estas palabras son a) masoquistas; b) suicidas.
• Mensajes que se adoban con amenazas, odio, castigos ciertos…
o Mateo, 7, 26 & 10, 14, 15 & 10, 33. “Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena… …Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad... …a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos”
o Apocalipsis, 14, 7-17; 1. 2, 5-19, 11, 13, 15 Y llega el Dios vengador: “Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio (…) Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre Ramera, que se sienta sobre grandes aguas; con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución (…) La gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra (…) Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco (…) viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La palabra de Dios (…) De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos”.