Pietismo infantil, herencia productiva.

Un sustrato pietista riguroso y muy marcado en la niñez suele producir dos tipos de personas sorprendentemente contrapuestos y contradictorios. Por una parte genera los más grandes detractores o denigradores de la religión, por otra los mayores revitalizadores o renovadores de la misma como puedan ser “fundadores de corrientes" religiosas, órdenes y congregaciones, que en otros lugares se dirían "sectas".
Aquellos padres y madres o abuelas y tías, que siendo estrictos cumplidores de la ley divina y de las prácticas piadosas, insuflan resuellos de "amor de Dios" en las almas de sus vástagos, ejercen un poder omnímodo en las mentes infantiles.
Con el pasar de los años y el desarrollo --o no-- de su inteligencia, en ocasiones vigorosa inteligencia, lo mismo producen filosofías iconoclastas, que dan origen a congregaciones religiosas. ¡Ay cuando la creatividad humana empieza en la niñez tronchada...!
Del ámbito familiar surgen los credos. Bien lo sabe la Jerarquía, que tanto empeño pone en enseñar "religión" en la escuela.
Es normal y natural que la convivencia con determinados problemas o trabajos, induzca a la aplicación a ellos en búsqueda de soluciones.
El niño nace como proyecto a realizarse: dependerá en gran manera de los factores ambientales estimulantes el que logre desarrollar al máximo sus facultades o no.
Nada hay en tal proceso, y de esta convicción nadie podrá apearnos, que lleve al descubrimiento de Dios. El hijo del “pastor” de la Iglesia Adventista con seguridad descubrirá a Dios antes que el hijo del “informático”; el hijo de un abogado embebido vocacionalmente en su profesión con seguridad tendrá criterios más agudos para juzgar determinados conflictos legales, más que el hijo del arquitecto...
En todo el proceso vital, el diario, el del minuto, en el andar, coger el autobús, subir al coche... Dios no deja de ser sino componente de una “herencia legal”. Está entre las “mandas”.
No vengan, pues, los “predicadores de lo barato” pregonando modelos de "encuentros con Dios", de "descubrimientos de lo divino..." sobrevenidos. Lo corriente y normal es lo otro.
Y si Dios no está incluido en el lote hereditario, será un bien volátil.