Religiones de la duda existencial.

El hombre necesita seguridades, pero, cuando las consigue, rebusca de nuevo en la inseguridad. Dar sentido a la propia existencia es también búsqueda.

Todos le ayudan pero quienes más solícitos lo hacen son los "sistemas de creencias", las religiones.

Lo que encuentra en ellas, sin embargo, es una duda más grande, cuando no una incertidumbre mayor. Ficciones en el origen del miedo y angustia añadida a la propia búsqueda.

Y proponen modelos de vida, como lo pueda ser Pablo de Tarso. Si fuésemos a desbarrar, modelo sería él, modelo sería yo: se erigió en modelo de sus conmilitones tras el cambio operado camino de Damasco. No me siento menor a él.

Sus palabras son las mías pero en sentido contrario. Pablo de Tarso sufrió el cambio cuando ya no tenía tiempo de desandar el camino emprendido, cuando el torrente que desató entre sus seguidores no podía pararlo.

Cuando yo creía, cuando rezaba, cuando era un santo creyente, también sentía angustias. El refugio era Dios. Y seguía anclado en la zozobra.

Ahora sé que eran las angustias naturales del que no encuentra su sitio en la sociedad. Ahora que soy otro, que me he convertido a la sensatez, que me he encontrado a mí mismo, que he dejado los credos de la infancia, que he dado de la lado comportamientos sujetos a creencias, que he desterrado de mi mente seguridades eternas, ahora que me siento glorificado a mí mismo en la santidad de lo terreno, ¡sigo teniendo las mismas angustias!

Creo que angustia y religión no tienen que ver nada...
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