Al decir "creo", necesariamente admito todo.
La semántica es un aspecto de la lingüística que incide sobre la significación, sobre el contenido verbal. Dentro de ese campo, tratar dicho contenido o significado del lenguaje religioso resulta, primero, paradójico, y por otro, esclarecedor si se piensa un poco en lo que dicho lenguaje pretende "significar".
| Pablo Heras Alonso.
Cuando el hombre percibe incongruencia de hechos o dichos, esgrime como látigo fustigador, la palabra “irracional”. El hombre usa la razón para tener razón. Pero más todavía, y esto es importante, es la suprema razón de la persona para sentirse persona, o sea, sujeto racional.
¿Dónde encaja la fe si para tenerla hay que “someter la razón”? La razón sólo se subleva ante lo “irracional”, ante lo que contradice su “funcionamiento”.
¿Cómo se puede someter la razón si ésta “funciona” como por acto reflejo? Si la razón “ve” la verdad no puede hacer otra cosa que aceptarla; si, por el contrario, percibe falacia, rechaza la falsedad. Y si no percibe nada en la proposición, se queda en blanco, como si digo qucndus amcusjahy sokaul.
Al decir “que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo”, la razón queda obnubilada, absorta; se niega a aceptar aberraciones racionales, porque ni sabe lo que es el “cielo” ni concibe que un humano “baje del cielo” ni sabe de qué se tiene que salvar si no es de su miseria, de su enfermedad o de su exclusión social.
Hacer que la razón admita falacias es otra falacia. En ese caso la razón “corta” la ilación que hay entre “palabra” e “idea”, quedándose sólo con la palabra o conectándola con ideas distintas a las que las palabras harían referencia.
Puede entender las palabras, pero no su relación con la realidad. Es decir, las ideas tienen un único contenido, el verbal. Y la razón no les da mayor consistencia que la que tienen los relatos fabulosos, los cuentos infantiles o las leyendas imaginadas.
Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Un teólogo destriparía tamaña jerigonza hasta llegar, en prolijos tratados, a locura quijotesca. Un “sensus communis rationalis” sólo y nada más percibe que palabras.
Un creyente, en cambio, recita palabras como ésas, porque ha prescindido de llenar el depósito de la racionalidad con “nada” y porque admitida la primera “verdad” –-creo en Dios Padre Todopoderoso-- todas las demás vienen de corrido.
Desde el momento en que el crédulo dice “creo”, ha dado pie a toda una sarta de teologías para llenar ese impulso ¡volitivo! El “cotorrismo” da paso a la dogmática y viceversa.