Buscan a Dios como posesos por todas partes.
El dios
de los filósofos ha sucumbido, el dios
del mito es ya un cuento, el dios
del sentimiento rechina en la razón, el dios
de la iglesia organizada ha quedado esclerótico, el dios
de los milagros se ha convertido en negocio...
En su ansia de encontrar “algo”, donde sea, confunden todo:
la evolución precisa un fundamento, que es el impulso creador, el “élan vital”... Ahí es donde podemos encontrar a Dios, en ese impulso creador que llevamos dentro...
¿Es Dios o encontramos a Dios? ¿Divagamos llamando a Dios "impulso creador"? ¿Se trata de encontrar frases ocurrentes sin consistencia?
Y siguiendo con el mismo “gran descubrimiento” descubren a Dios en
"ese dinamismo que sostiene sus esfuerzos humanos... el de Gandhi, M.L.King, A.Schweitzer, H.Cámara, P.Casáldiga... Entraron dentro de sí mismos y encontraron a Dios en la fuerza de su fuerza.
Hipótesis por hipótesis, admítasenos también a nosotros
otra explicación más clara, por ser más humana, al hablar del impulso que lleva a tantos “consagradaos” a apartarse de la vida muelle y largarse a misiones:
el dar sentido a su propia vida, un sentido no religado a un Dios acomodaticio, por más que esgriman como pretexto el Dios al que quieren servir. Un sentido que concuerda bien con la Psicología, con el mismo budismo zen... ¡
con el sentido común!
¿Por qué el “impulso” que puede proceder de un “alma” con sensibilidad, pletórica de sentimientos humanitarios, tiene que venir de Dios? La explicación está más cerca y es más convincente.