Entre la esencia del dogma y el rigor de las palabras.


La persona que piensa generalmente lo hace “con conocimiento de causa” o lo pretende: inquiere por el origen, el fin, las concomitancias, etc. de tal o cual verdad.

Podríamos referirnos a uno de los ejemplos más impactantes del dogma católico, la fecundación virginal por parte de un espíritu y la concepción de un dios en su vientre, algo que si se tomase como elemento mítico no tendría mayor relevancia.

Desde el momento en que la Iglesia lo norma como histórico, real y factual, es cuando las alarmas racionales saltan, primero por el hecho en sí y luego por quienes lo propalan, revestidos para el caso con rimbombantes atuendos.

Podría ser verdad, porque de cualquier cosa se puede hacer hipótesis: unos dicen esto y otros lo contrario.

Ahora bien, el que piensa y busca la verdad
estudia, lee, compara... y llega a un conocimiento "neutro" ,en un primer momento desconcertante, de que ha habido a lo largo de la historia de las religiones muchas otras “concepciones virginales” “acaecidas” en tiempos pasados. Y curiosamente, la arribista última desprecia como falsas las anteriores.

Asimismo deduce por qué el cristianismo “también” asumió tal “hecho” para doctrina de sus fieles. Por lo mismo, percibe el por qué profundo de hacerle a Jesús nacer de modo sobrenatural.

Finalmente, constata y hasta justifica la necesidad que tenían los evangelistas de anunciarlo así en ese tiempo y a esa sociedad de gentiles, helenos y orientales (mito que entronca en otros mitos o mito que completa otros mitos).

A la par, la persona que piensa, que lee, que estudia... se desliga del poder de sugestión que tienen los credos asumidos en la infancia, hace caso omiso de los miedos adheridos y contrasta la incongruencia de un Dios que crea a los hombres “sexuados” y sin embargo prescinde de algo “tan humano” cuando se trata de su Enviado.

Y no puede por menos de hacerse preguntas inocentes como éstas:
¿es que entonces la reproducción sexual es algo malo?
¿por qué Dios hace a los hombres "así" si luego no lo tiene en cuenta?


Y responde y pregunta de nuevo y nuevas respuestas...

En fin, que la persona con sentido común que busca la verdad y que va contrastando las verdades de sentido común, o sea científicas –historia y teoría de los mitos— con las verdades creídas, deduce la irracionalidad y el engaño de éstas...

Y de repensar un dogma --éste u otro cualquiera-- pasa al otro y al otro y al otro, hasta llegar al principio. Es entonces cuando, percibido el origen de todo, contrapone al Creo en Dios... la verdad que se le hace patente del Creo que la mente de los hombres ha generado una idea, común a otros muchos hombres, que han venido en llamar Dios, y que funciona como arquetipo o “super yo”, al que asignan la función de protector, creador, explicativo, sancionador y sostén.

Es entonces cuando tal persona llega a otra desagradable conclusión más pegada a la tierra, la de que, con el pretexto de “salvarle”, le han estado vendiendo verdades envueltas en palabras de celofán para sonsacarle privilegios: el de su dinero y el de su poder.

Y aunque así no sea y presuponga y vea y constate buena fe en muchos servidores de la Organización de los Credos, también deduce que o esos mismos funcionarios de lo sacro están siendo engañados sin que lo perciban o algo mucho más simple de admitir: que hay determinados dogmas irracionales que no afectan en absoluto a su relación –“religare”, religión— con Dios y que no necesita tragar ruedas de molino para rezar a Dios y seguir sus preceptos éticos, que, por otra parte, ¡son tan “naturales”!

Cualitativamente no hay hiato entre hacer caso omiso de las admoniciones del Papa acerca de los preservativos con cura de castidad y el dogma referido a la sí misma, a la Iglesia: "...y en la Iglesia católica que es una, santa católica y apostólica".

Y Europa se va sacudiendo los credos o los mantiene como lo que son, elementos folklóricos de una cultura mítica que ha pervivido durante siglos, todavía algunos menos que su predecesora la egipcia.
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