¿No les hace dudar a los crédulos?

Las religiones seguirán atrayendo a la gente mientras haya miseria, guerra e ignorancia porque ellas proveen algo que la ciencia no da: consuelo e ilusión de seguridad.


Pregunta necesaria: ¿Dios es el mismo en todas las religiones? Si el criterio dilucidador se centra en Dios y no en la percepción de los hombres, necesariamente tendríamos que decir que sí.

La globalización, la inmediatez de las comunicaciones, incluso el turismo han reducido los límites del mundo, también ha hecho crecer el interés por el fenómeno religioso. Y quienes muestran interés por un tema, pueden hoy encontrar información inmediata. Esto, lógicamente, ha creado un enorme problema en las religiones: quién y cómo es el dios que veneran.

Reafirmando lo dicho arriba, quienes se sienten navegantes por el piélago de las creencias deben afirmar que Dios es el mismo en todas las religiones. ¿Cómo salvar el escollo de los conceptos y las denominaciones?

Como no podía ser de otro modo, si Dios no quiere dejar de serlo, la respuesta más oída es que es el mismo en todas aunque con diversos nombres.

Quizá la religión verdadera sería la que expresara esta última realidad, “dejar de serlo”. Dios estaría, entonces, afectado únicamente del virus del nominalismo.


Anticipando el porqué de tantas denominaciones, como dicen, y saliendo al encuentro de esta falaz disculpa, o explicación, hemos de decir que cada dios es distinto de los otros porque se endosan al dios propio los rasgos humanos privativos del entorno social de donde es originaria la deidad. Y si hablarse pudiera de un dios genérico, de un dios universal, sería porque responde a aspectos psicológicos comunes a todos los hombres. Pero... !esto no es Dios!

Un breve listado de religiones nos da como resultado no menos de treinta importantes, aunque algunos estudiosos dicen haber recopilado unas cuatro mil doscientas:

Asatru, Bahai, Brahamismo, Budismo, Cao Dai, Cristianismo con sus ramas católica, ortodoxa, anglicana y luterana; Confucianismo, Deísmo, Druidismo, Hinduismo, Iglesia Unitaria Universal, Islam, Jainismo, Judaísmo, Massai, Nuer, Oromo, Panteismo, Rastafarismo, Sabaean Mandeans, Santa Muerte, Sintoísmo, Shona, Sijismo, Sufismo, Taoismo, Vudú, Yezidismo, Yoruba, Zoroastrismo. Y un dios para cada una


Pero ahí comienzan los interrogantes. Si el principio en el que se asientan es único, ¿por qué las explicaciones sobre vida y muerte, origen y término, redención y salvación, modos y remedios, oraciones y ritos, que por otra parte dichas explicaciones son ¡siempre reveladas!, son tan disímiles entre sí?

Y si uno se introduce en la historia particular de cada confesión religiosa sorprenden los bandazos y tumbos que han dado a lo largo de los siglos, con adiciones y sustracciones, con enmiendas y componendas, con enfrentamientos y herejías...

En concreto es revelador cómo los cristianos han tenido que celebrar tantos y tantos concilios “dogmáticos” --también y a su modo los musulmanes--, cómo ha habido tantas desavenencias en su seno y tanta discusión teológica para ponerse de acuerdo y llegar al consenso de cuál era la verdad auténtica respecto a la esencia de su dios.

Hay respuestas verdaderamente sorprendentes. Algunos afirman que la verdad, que es vivencia e inmersión en Dios, sólo es comprendida por mentes iniciadas. Quizá tengan de mentes sólo el inicio.


Volviendo sobre su explicación, si todas las religiones fuesen verdaderas, algo que podría ser cierto, lo serían porque expresan un “aspecto” del Dios único al que sirven. No es esa sin embargo la percepción ni la conciencia que cada una de ellas tiene de sí misma. Ni tampoco están por la labor de admitirlo, principalmente los supremos jerarcas.

Caso de querer con sinceridad ponerse de acuerdo --ecumenismo, consejos mundiales, conferencia de religiones-- necesariamente han de cobrar conciencia de lo humano que es todo lo que discuten cuando de religiones hablan. Por eso deberían,

Primero, admitiendo el hecho de que son varios los modos con que se acepta y se adora a Dios, ese argumento es sumamente débil, por lo que hasta ahora se ha visto, para una conjunción práctica y para ser el fundamento de la unidad.

En segundo lugar, y a partir de ahí, debieran dilucidar de una vez por todas y proclamar ante el mundo que cualquiera de sus dioses es el mismo para todas.

Tercero, presuponiendo que sea el mismo, los problemas que suscita este asunto son de hondísimo calado, porque, de momento todas se erigen en “la verdadera” y nadie se ha desdicho de ello.

Cuarto, un argumento en contra fáctica: no se concibe que durante siglos se hayan estado masacrando unas a otras en nombre del mismo dios... y Dios no haya puesto remedio.

Quinto, añádase que la teología sobre ese “mismo” Dios es radicalmente distinta de unas a otras, ¡siendo así que la mayor parte ha recibido la revelación de Dios...!

Sexto, y ésta es otra conclusión: si como por las dificultades de admitir un mismo dios se deduce que no es el mismo Dios para todas, ninguna religión puede ser verdadera porque nunca se sabrá cuál o cómo es el verdadero Dios.

Séptimo, aún dentro de la misma religión, por ejemplo el cristianismo, las diferencias entre ramas distintas son tan profundas que no se entiende cómo proceden del mismo tronco común y defienden idénticos postulados generales.


No hay un octavo apartado... ¡Cansa tener que afirmar y reafirmar que el Dios de todas y cada una de las religiones es un inmenso y descomunal fraude, tan grande que hasta cuesta creer que cualquier dios no sea verdad!
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