¿El hombre frente a Dios o viceversa?

por EMÉRITOAGUSTO


Encabezaba mi último post (ya lejano en el tiempo por las vicisitudes de la vida: 02- 01- 2011) con una reflexión sobre la posible oposición o enfrentamiento entre dios y el hombre. Insinuaba por aquellas fechas (navidades), y a ello he aludido en mis últimos comentarios de estos días, que se hablaba demasiado de lo divino y menos de lo humano.

En definitiva, (afirmaba entonces) dos polos, dos jurisdicciones, dos soberanías: dios-el hombre. Desde siempre, parece que estos dos seres (entre lo hipotético y lo real) no pueden existir el uno sin el otro. Ni dios sin los hombres ni los hombres sin dios. Se diría que se trata del clásico dilema de quién existió antes, el huevo o la gallina.

El hombre ha ido evolucionando a lo largo de su existencia, desde las cavernas hasta nuestros días. Y desde la dependencia bíblica de su creador, la humanidad se ha ido sacudiendo ese yugo feudal, para vivir libre, para pensar por sí mismo y descubrir también por sí solo su responsabilidad , su función y su quehacer en el mundo.

Este proceso ya se reconoce en la Biblia. El autor yavista, en el mito del paraíso, nos presenta enfrentados a los verdaderos actores del “drama” de la humanidad: dios y el hombre. Según el mítico relato, dios concedió al hombre el “dominio” sobre todos los seres creados y le había dotado de razón y libertad. Razón para pensar y descubrir y libertad para elegir y decidir, con todas las consecuencias.

¡¡Ah!! Pero con peros, con restricciones. Porque cuando el hombre intenta “ser libre”, razonar por sí mismo, descubrir sus propias posibilidades, ahí está su “creador”, para cortarle las alas: “Sé libre; pero jamás quieras liberarte de mí”. Y la historia bíblica, en la que el creyente fundamenta su fe, nos demuestra esta realidad. O al menos así aparece en los escritos: Cada vez que el “pueblo” o cualquier persona intenta adorar “otros dioses”, viene el zarpazo, muertes, destierros, invasiones.... hasta que “entra en vereda”.

El hombre, que fue creado “dominador” de la naturaleza, debe vivir bajo la dependencia y el dominio de dios. Su destino queda ligado a la “fidelidad y obediencia” a los mandatos divinos.

¿Para qué pondría dios allí en medio aquel arbolito si luego les prohíbe saborear su “exquisito” fruto? La pareja opta por el “conocimiento”, por la razón, por la libertad, sin dependencia; y dios los expulsa de sus dominios feudales. No sirvió el amor creador ni la compasión divina… Sentenció: ¡¡morirás!! Y es que dios sólo quiere seres dependientes de él: “¡No tendrás otro dios más que a mí!” Y más recientemente: “El que no está conmigo está contra mí”. Y más “adaptado”: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”.

A pesar de todo, según las narraciones de la Biblia, el hombre intentó vivir su propio destino frente a dios, mejor dicho, “sin dios”. Hasta el punto de que dios, celoso, “se arrepintió de haber creado al hombre”. Y así, durante siglos y siglos. Sin embargo, dios terminó por dominar al hombre a través de sus “representantes” en la tierra....

Pero desde que la tierra dejó de ser el centro del universo, comenzó el hombre a considerarse a sí mismo centro de la tierra, como así lo “había creado” el mismo dios. Y las ideas que habían sido exclusivo patrimonio de las ciencias eclesiásticas pasaron a formar parte y propiedad de las ciencias humanas, sisando terreno, cada vez más, a lo sagrado. Y comenzó un forcejeo por “descolocar” a dios (no digo “suprimirlo”, aunque se habló de su “muerte”) y ubicar al hombre en “su sitio” (no digo en lugar de dios).

No se puede negar que la creencia ha reconocido esta hegemonía del hombre. Hasta ahí ha llegado la religión. ¡¡Maravilloso!! Pero por no querer dar primacía al hombre en su valor absoluto, ha tenido que inventarse que dios se ha “encarnado”, se ha hecho hombre: “El verbo se hizo carne”. “Dios se hizo hombre”.

¡¡A qué trucos tienen que acudir para indicar que la verdadera dignidad radica en el ser humano!! Hasta dios para considerarse digno de “ser” tiene que acudir al hombre. Dios, para hacerse más divino, tiene que hacerse completamente humano.¡¡La humanización de dios!!.

¡Qué bonito queda aquello de que "dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga dios"!! Efectivamente, parece como que el hombre ha quedado así ensalzado hasta lo más "digno".

Pero pienso que es al contrario. Esta afirmación no indica ni más ni menos que la “abducción” (léase “anulación”) del hombre; así el hombre queda reducido a esclavo de dios, de su voluntad: "He aquí la esclava del Señor"... "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo"... "Padre, que se haga tu voluntad no la mía"... ¿Dónde queda, pues, la voluntad del hombre?

No se puede tener fe en dios sin tener fe en el hombre. La divinidad de dios no es otra cosa que la humanidad del hombre.

¿Por qué incidir tanto en la trascendencia de dios?, ¿no constituirá esta pertinacia un solapado secuestro de la humanidad, de lo humano?
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