No hay otra interpretación: ¡es la fe!
Todas las grandes catástrofes en nombre de una idea –Dios, patria, raza, economía, clase, pueblo-- han conducido a la negación de esa idea. Los pueblos se regeneran como hidras a las que les crece el miembro seccionado. Será, quizá, una forma evolutiva de cambiar a mejor, puede ser: en la negación de esa idea está la esperanza de regeneración. El ejemplo más patente lo encontramos en el monstruo económico y social del comunismo.
Europa ha sufrido por todas esas supuestas ideas-fuerza. Y de todas se está lavando la mugre.
Tras las paredes que nos separan, el vecino islamizado sigue haciendo ostentación de que su fe mueve montañas... o, en términos más letales, que mueve también grupúsculos crédulos dispuestos a lo que sea, sospechosamente siempre dispuestos a provocar el mal para defender el credo. Parece que en ello les va la vida, porque no tienen otra.
Hoy les toca alzar su puño y sus armas contra los que ofenden a su Profeta, otrora lanzar sus mesnadas para la extensión del mensaje. La incultura se nutre de ideas inducidas, porque no tiene propias.
Cuando el que asesina siente soberbia y arrogancia por su acción homicida, a la par exhibe orgulloso las banderas a las que sigue. En todas ellas está presente el “credo”. Es una constante histórica.
Argelia en los años 90 estaba llena de banderías y en todas aparecía una I destacada y descarada: FIS, GIA, AIS, MEI, FIDA... Una “I” con huestes, mesnadas, banderías. Dígase lo mismo de los ejércitos --populares u oficiales--, en Afganistán, Irán, Egipto, Sudán, Chechenia, Marruecos...
Un asesinato, algo en sí monstruoso, hasta se puede llegar a comprender. Puede haber desesperación; ceguera vengativa; lucro subsiguiente a un robo; una recompensa o promesa remuneratoria... Tiene una "lógica", bien que sea lógica siniestra, de la que la sociedad se defiende con la ley y la fuerza.
¿Qué motivos pueden inducir a descuartizar a un bebé? ¿A crucificar al padre delante de sus hijos? ¿A degollar a la madre? ¿Qué mueve a un hombre a tamaña monstruosidad sin poder encontrar los motivos arriba mencionados? Decir que a ello conduce "la fe", a algunos les puede resultar ofensivo, escandaloso y simplista, porque la fe no enseña a matar sino a todo lo contrario. Sin embargo no hay otro motivo, es su fe, entre otras razones porque ellos mismos lo dicen. Hoy hablamos de fanatismo.
¿Personajes del pasado? Moisés, Lutero, Paulo III, Stalin, Pol Pot, Mao, Hitler, imanes sin fin... No, ellos no son autores materiales, éstos eran los inductores, los que procuraban los argumentos. Pero en los otros no es la pobreza, no es la ignorancia, no es la falta de perspectivas vitales, ni siquiera el miedo, aunque todos éstos elementos constituyen el humus donde germinan aquellas ideas.
Es el sentimiento de alcanzar la gloria con el peaje previo de inmolar al Moloch histórico de turno --hoy el islámico--, la víctima propiciatoria, el Isaac nunca sacrificado pero sí el cabrito oportuno que Dios provee y con el que el asesino alcanza la gloria.
Es el seguimiento de las consignas de Dios expresadas a través del imán, el cura o el rabino, intérpretes infalibles de los dictados de Dios. O del obispo, del eclesiástico de turno, del sacerdote.
¿Hay alguna otra forma de entenderlo sin buscar los motivos en la fe?