De la mente infantil a la religión.

Paul Bloom es un "joven" psicólogo de la Universidad de Yale interesado en los fenómenos del lenguaje que últimamente ha desarrollado una interesante teoría, la del dualismo, que intenta dar respuesta --puede ser una de ellas-- a realizaciones y formas de pensar del hombre, como el simbolismo, el arte, la moralidad y la religión.
Paul Bloom se mueve en presupuestos evolucionistas --nadie del mundo de la ciencia discute el evolucionismo-- afirmando que los humanos, por evolución, somos dualistas de nacimiento. El pensamiento "dualista" tiende a distinguir entre materia y mente; entre cuerpo y alma; entre materia y espíritu; entre emociones y sensaciones físicas...
El pensamiento "monista", por el contrario, afirma la unidad y unicidad del ser humano. En un sentido menos peyorativo y menos ligado al sentir religioso, podríamos decir que el pensamiento "monista" está tintado de materialismo.
Este dualismo, en el devenir de la evolución humana, lógicamente se deberá a que ha supuesto una ventaja respecto a lo que podríamos llamar "monismo". Y sí, lo ha supuesto, porque ha generado la capacidad de "intuir" lo que el contrario puede hacer y así ha "previsto" los posibles peligros. Entre otras cosas, el humano es consciente de que tiene que morir. [Necesariamente no nos extendemos en otros aspectos de su teoría, por no alargar o divagar las consideraciones relacionadas con la religión]
Sin embargo hay "subproductos", en palabras de Paul Bloom, que ni el sentido común --otro de los asuntos que ha estudiado en profundidad--, ni la razón ni las evidencias pueden comprender ni entender: ver en la enfermedad posesiones diabólicas, buscar espíritus y demonios en fenómenos naturales... En definitiva, el mundo de los espíritus y la religión. ¿Por qué se producen? ¿Qué ventaja evolutiva reportan?
Este pensamiento dualista es el que ha predispuesto hacia la religión; es el que admite almas que "informan" el cuerpo; almas inmortales que no mueren con el cuerpo (¿?); almas que emigran a no se sabe dónde cuando el cuerpo muere. Pensamiento dualista que acepta con facilidad cualquier deidad superior que no procede de la evolución de la materia sino que está ahí sin saber cómo ni por qué...
Esa mentalidad dualista está fuertemente asentada en los niños y poco a poco va siendo superada conforme pasan los años. Se supera el "producto" que sirve en el proceso evolutivo; permanece algún que otro "subproducto", como las creencias religiosas.
A lo largo de la vida quedan "restos" muy difícilmente erradicables, porque hay otras instancias interesadas en que se mantengan. Es el pensamiento mágico que pervive en determinados recovecos de la personalidad, alimentado por la doctrina persistente y las prácticas religiosas reafirmadoras. Esto lo sabe bien la psicología, los reflejos condicionados, el condicionamiento operante...
Hay otro elemento añadido en esa mentalidad infantil que tiende a ser dualista, creacionista y deista: la necesidad de "fiarse" de las palabras de los mayores. La palabra de los padres, de los maestros, de los revestidos de autoridad... es algo incontestable, porque ellos son los que "saben" los problemas de los que tiene que librarse el niño. La palabra de un sacerdote puede llegar a ser tan apodíctica que condicione su futuro. Desde luego el relacionado con el "espíritu".
Si bien con otras palabras o con otras connotaciones, la Iglesia lo sabe y ha hecho todo lo posible por controlar la educación. Es dramático para ella perder a la infancia, etapa ya de por sí predispuesta a aceptar la "palabra de Dios"... pero qué le vamos a hacer. También las sociedades se hacen adultas.