¿Qué papel le queda a la religión en nuestro mundo?(3/5)


Apuntábamos ayer, siguiendo a Paul Kurtz, esa segunda área que versa sobre la relación entre ciencia y moralidad, aparentemente en conflicto.

Muchos hay que creen, abonados a su buena fe, que la religión tiene un puesto en este mundo como defensora, divulgadora o preservadora de la moral; más todavía, que la función principal de cualquier religión es moralizante. Y todavía más, hay unos que creen lo que otros interesadamente enseñan, a saber, que sin sólidos fundamentos religiosos, la mansión de la moralidad se hunde.

Stephen Jay Gould, fallecido en 2005, paleontólogo, biólogo y divulgador, bien conocido en el medio anglosajón por su teoría "NOMA" (Magisterios No Superpuestos) defiende que la ciencia y la religión no compiten entre sí y no se contradicen. Y él se declaraba agnóstico.

El campo que a la ciencia le compete --afirma Goul-- es la verdad; a la religión, la ética. Defendemos su derecho a estar equivocado y el nuestro a decirlo. Afirmamos rotundamente que también debe haber una separación clara entre ética y religión. Por muchas razones, la última de las cuales puede ser ese mismo propósito de arrogarse la defensa de la moralidad.

Las personas religiosas y los teóricos de la religión no tienen competencia especial, aunque ellos se lo atribuyan, en la emisión o codificación de juicios morales.

La misma historia nos habla del esfuerzo que han hecho los pensadores influyentes —Sócrates, Aristóteles, Spinoza, Kant, John Stuart Mill o John Dewey— por demostrar que la ética puede ser, y de hecho es, autónoma; que es posible formar juicios éticos basados en presupuestos racionales; que la conciencia del hombre le dicta lo que está bien y lo que está mal.

La religión, sí, ratifica dichos juicios morales, amén de imponer otros, pero no puede dejar de reconocer que la mayor parte de los juicios prácticos, reglas de convivencia, reflexión ética, relación social, ética del trabajo... son independientes de sus dictámentes.

¿Qué papel le corresponde a la ciencia en este campo? Esencial por clarificador, podríamos decir. Puede poner los medios tecnológicos necesarios para tener un juicio claro; puede modificar juicios de valor, prejuicios; puede mostrar las consecuencias de tales o cuales acciones; puede prescribir sanciones ("el miedo guarda la viña")... Nos referimos a aquellas ciencias "humanísticas" como pueden ser el Derecho, la Ética racional, la Filosofía, etc.

También en este aspecto de la vida, la secularización de la moralidad que el Renacimiento comenzó ha continuado su camino de manera imparable, a codazos siempre con la prepotente organización crédula.

Un tercer ámbito, a decir verdad todavía candente, se refiere a la relación entre la Religión y el Estado. Por más que pretendan llegar a consensos, esta corriente es imparable. En Occidente, es principio de obligado cumplimiento. Hay sus más y sus menos, pero cualquiera que se titule demócrata no sólo ve con buenos ojos la separación entre religión y Estado sino que la defiende también con sus votos. Aprendamos en cabeza ajena de los regímenes teocráticos como Arabia, Irán, Marruecos, etc.

¿Qué papel puede tener entoncese la religión y cuál puede ser el ámbito de actuación de sus próceres? Concedámosles la venia y el derecho a expresar sus puntos de vista en público, pero la religión debe ser considerada y tratada como un asunto personal, por más que traten de imponer sus principios morales fundamentales en la sociedad entera. Por su parte un Estado democrático deberá ser neutral respecto a la profesión de principios religiosos.

Vendrá algún cantamañanas a decir que con tales soflamas echamos por tierra la moralidad. Ni mucho menos: la moral humana incluso puede ser más estricta que la religiosa, por ser más justa. Entre otras cosas porque el que la hace la paga, pero la paga de manera condigna, no con cuatro avemarías y un padrenuestro. Y la paga en este mundo.

Llegados a este punto, surge la pregunta de cuál puede ser el campo apropiado de la religión, pues podría parecer que ha sido expulsada de todos. ¿Le queda algún área de influencia a la religión?


La respuesta de Paul Kurtz es afirmativa. Otros somos más radicales aunque si consideramos a fondo lo que dice, también la nuestra podría serlo. ¿Sorprende? En modo alguno, porque el papel que se le pueda asignar puede llegar a ser letal para los credos. Que la religión y la ciencia sean compatibles depende mucho del punto de vista que se tenga sobre la religión.

No se puede negar que la religión ha tenido a lo largo de la historia una importante función, tanto en el plano estrictamente humano como en el de la pura fe: preservación de la propia cultura (aunque también ha arrasado otras); grandes realizaciones literias y pictóricas, arte a raudales, música; pensadores de lo secular "subvencionados" por la Iglesia; creación de universidades; labor positiva de muchos de sus próceres en favor de los más desfavorecidos...

Ese mismo legado, precisamente, es uno de los pilares que les servirán para seguir entre nosotros en un futuro próximo. No es fácil que suceda lo que muchos propugnamos, su desaparición o, al menos, su asimilación a corrientes de pensamiento y buenas intenciones.

¿Qué tiene de específico la religión que no se pueda asimilar a la ciencia? Respecto a su lenguaje religioso, no puede ser éste ni descriptivo ni tampoco es prescriptivo (no es función suya, como hemos dicho, dar explicación de las cosas ni imponer reglas morales). Estas funciones son propiedad de la ciencia. La ciencia descubre y describe, la ciencia prescribe y emite normas (ética)
Ciertamente dentro del campo político, los religionistas no tienen alguna competencia en especial, así com tampoco en el campo moral. En una democracia a cada ciudadano se le debe dejar que exprese sus opiniones políticas. Así como estimular el desarrollo moral de las personas para ser capaces de formar juicios morales.

Lo específico del lenguajes religioso --en palabras de Kurtz-- es ser evocativo, expresivo y emotivo. De ahí sus realizaciones plásticas: la poesía moral; la inspiración estética; el conglomerado de rituales y ceremonias para cada momento de la vida, ritos que hacen drama de la condición humana y de los intereses humanos y buscan saciar la sed de significado y propósito.

Las religiones —sobre todo las "reveladas"— transmiten historias de gran belleza plástica, narrativas que subyugan; utilizan términos metafóricos; son legado vivo de muchos mitos ancestrales; y, sobre todo, hacen divina la condición humana y viceversa.

A la religión le compete expresar los deseos existenciales de los individuos; confiere sentido --un determinado sentido-- a la lucha cotidiana; ofrecen otra visión, asimismo, de la la muerte.

El lenguaje religioso se convierte, pues, en escatológico, dado que asume como función específica la salvación.Es decir, asume como función propia ofrecer y expresar esperanza.

Así pues, si la ciencia persigue la verdad, si la ética y la moralidad muestran lo bueno y lo correcto, si política busca la justicia, el papel que a la religión le queda como derecho propio es el reino de las promesas y de las expectativas.

Función principal suya es ayudar a superar la desesperación que una tragedia conlleva; anima en la adversidad y en la solución de los conflictos humanos.

De ahí que sea pueril o bizantino exigir "verdad" a las religiones; las religiones no son verdaderas "per se" ni primordialmente buenas; tampoco deben insistir en que están en lo correcto; ni, por otra parte, deben ser por esencia justas.

Son --teoría de Pual Kurtz--, evocativas; tratan de trascender el miedo, la ansiedad y la angustia; para mucha gente son el bálsamo para su corazón herido.

¿Nuestra postura? Desde luego, la tan contentadora y edulcorada representada por Gould, no tiene cupo en nuestro pensamiento: la religión no es una entidad etérea a la que se arriman los menesterosos del mundo, la religión hunde su rejón en el pensamiento y comportamiento de grandes capas de la sociedad e incide en los acontecimientos diarios.

La postura de Kurtz, por minimalista, más bien reduccionista, nunca será aceptada por la religión. Si bien ha dimitido de su lenguaje descriptivo --y no del todo porque sus interpretaciones místicas de los conflictos psicológicos ahí están--, no se aviene a prescindir del prescriptivo.

Pero ¿le queda otra cosa que hacer?
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