Los 7 pecados capitales… + 1 de la Historia de la Iglesia (9)
7º.-LA EXPLOTACIÓN DE LA IGNORANCIA Y DE LA SUPERSTICIÓN.
La doctrina salvadora católica –podríamos hablar de cualquiera de las que las distintas religiones muestran— podría ser aceptable y aceptada por las masas crédulas como doctrina moral. Incluso como subterfugio donde esconder flaquezas. Al fin y al cabo el hombre, en el dolor y en la esperanza, necesita confiar en alguien y en algo. A falta de remedios que no se encuentran, al menos puede confiar en “placebos”, en el dios salvador y los medios que ha puesto al alcance del hombre. No sanan pero entretienen. El mensaje, no tanto las historietas, de Evangelios y Cartas del N.T. son asumibles por cualquier persona.
Pero el rumbo que la Iglesia emprendió en tiempos pasados, a la par que otros supuestamente más acordes con lo humano, ha derivado las más de las veces por los piélagos de la magia y la superstición. La Iglesia ha cultivado y fomentado la imaginería crédula más ruin, sentimental y superficial. Y se ha beneficiado de ello. Se ha beneficiado engañando descaradamente a las masas ignorantes y analfabetas –en palabras de ellos mismo “homines sine litteris et idiotae”-- confiadas de manera ciega en “aquellos que saben”. ¿Cómo dudar de la palabra de un papa o de un obispo, en otros tiempos encarnación del mismísimo Dios?.
El primer engaño podríamos decir que se da en la presentación de la religión monoteísta judía y cristiana tal como aparece en la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamentos: presentan una religión salvadora que no deja de ser un mito más en la Historia de la Humanidad. Pero eso, al ser lo mismo que todas, podríamos decir que… “una más”.
Lo que hace diferente al catolicismo son los engaños añadidos por medio de los cuales ha ido obteniendo beneficios inmensos. Ha engañado con reliquias (del latín reliquiae = restos) en las que pretendía cifrar la intercesión especial de los “siervos de Dios” por las necesidades de los adquirentes, casi siempre sanitarias, reliquias que han constituido un negocio multimillonario durante siglos… y continúa siéndolo. Reliquias a las que se les concedía, y concede, fuerzas especiales (magia).
Al padre de la Iglesia Teodoreto se le debe el inicio del negocio al decir que un trozo minúsculo de un santo tiene el mismo poder taumatúrgico que el cuerpo entero: gran invención la suya, que supuso el que de un hábito de cualquier santificable se pudiera extraer miles de reliquias. No se entiende sino por un sentimiento mágico impropio de personas civilizadas el que tenga que haber una reliquia en los altares… El mismo sentimiento, inducido y provocado, es lo que, en otros tiempos, llevó a que cualquiera con posibilidad de comprarlas quisiera tener una en su casa. Como dechado de fervor, recordemos las sumas ingentes que gastó Felipe II en adquirir reliquias por toda Europa.
La Iglesia ha engañado con libros de devoción, eso sí, muchos de ellos verdaderas obras de arte, plagados de mensajes falsos, historias de niños, oraciones melindrosas, jaculatorias sin fin; ha engañado con milagrerías cifradas en tocar, llevar puesto, intercesiones especiales, visitas; ha engañado con leyendas que la misma Iglesia sabía que eran burdas mentiras; engaño han sido las apariciones realizadas en lugares que luego se han convertido en centro turístico donde todo se vende; ha engañado erigiendo santos “ad hoc” o santos “por no ser menos” o santos con actuaciones vitales dignas de sentencia judicial condenatoria, santos ridículos y de lo más extravagante… Todo convertido en dinero, que era de lo que se trataba.
En general, y en lo respecta a la visión de la historia, en palabras de un historiador, “la Iglesia ha reinterpretado los hechos históricos en el sentido de una causalidad hagiológica”, en la línea que, sin solución de continuidad, deriva del Antiguo Testamento: todo lo que sucede tiene su causa y fundamento en Dios, lo bueno procede de Él, lo malo de los hombres que olvidan sus preceptos.