El traicionero subconsciente benedictino.

A este papal profesor
le traiciona el subconsciente
porque ve sufrir la gente
presa de tanto dolor
y no encuentra salvador


Ya noté algo raro en la execración lanzada a los vientos cuando aquello de su visita al campo de concentración de Auschwitz: “¿Dónde estaba Dios en ese momento?” ¡Fuerte oír eso en labios de quien lo representa! Sí, luego vino la explicación, pero el exabrupto estaba lanzado.

Hoy vuelve a recordármelo el título “No hay sitio para Dios” que encabeza la referencia periodística sobre los fastos vaticanos navideños. Ahí está el hecho, ahí el diagnóstico. ¿Y la terapia? ¿Es la adecuada? Da igual. Lo importante es la constatación del hecho por parte de quien es la boca, los ojos y los oídos de Dios. ¿Qué hacer entonces?

B-16 percibe con claridad los hechos. Y no tiene respuesta adecuada que contraponer a los mismos. No tiene recetas. No encuentra salida condigna y equivalente. Lo que tiene no le sirve, porque Dios sigue sin tener sitio. Mas el drama, su drama, está en que tiene que decirlo, en que tiene que difundir el mensaje para el que ha sido elegido. Y aquí sólo encuentra fórmulas, tópicos al uso, entrañables palabras con infantiles recuerdos. ¿Son los recuerdos de su infancia a los que, como buen anciano, retorna por Navidad?

Sublime drama que conlleva la esquizofrenia que procura el cargo.

DICE: Esta humanidad “cuando llega el momento no tiene sitio para Dios, que entra en el mundo, pero no se le escucha y no se le acoge" Se da cuenta de que el mundo no está por la labor; no ve entrar a nadie en él; lo único que percibe es una sombra, un flatus vocis que se hace carne porque tres ensotanados cristianos así lo pregonan y lo dicen, como es su obligación: está en los libros escrito.

 Y de nuevo, cual concesión a la galería, latigazos de populismo y demagogia: “Lamentó el estado en el que se encuentra el planeta, "debido al abuso de las fuentes de energía y de su explotación egoísta y sin ningún reparo”. Ni tú ni yo somos responsables de este desmadre sino todos aquellos que teniendo capacidad de decisión, oscilan hacia el lado del provecho y el beneficio y no precisamente del pueblo.


"La humanidad espera a Dios. Pero cuando llega el momento, no tiene sitio para él”. Dos afirmaciones aparentemente contradictorias, pero reales haciendo bueno el dicho de que “quien espera desespera”. Sí, también percibe B-16 que la humanidad ha esperado demasiado tiempo soluciones provenientes del cristianismo y de otras religiones. Pero, ay, esta humanidad que piensa ha visto que lo que traen es, de nuevo, viento, humo, fantasmas, nada. B-16 se parece ahora al cartujo que se pasó 40 años quejándose, eso sí, manifestándolo cada 10.

 E insiste sobre los males del mundo con alegorías: "porque no tenían sitio en la posada donde pretendían alojarse". Visiones de un papa profundamente pesimista, ¡por realista! Sólo ve aspectos negativos en el mundo porque tiene como única referencia “lo que su cargo oficial le obliga a decir”. Pero una y otra vez le traiciona el subconsciente y lanza al viento peroratas amargas.

Está tan ocupada consigo misma de forma tan exigente que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios", se lamentó el pontífice. ¡Qué sibilina manera de meter en el mismo saco todo!. No, señor Joseph, no. No pase por el mismo rasero categorías que no casan entre sí: el otro, el prójimo, el pobre, Dios. ¿Quién le ha dicho que el hombre no tiene tiempo para el otro? ¿Por qué lúgubre mansión se mueve este hombre? El hombre sí tiene tiempo para el hombre; en nuestra sociedad los pobres tienen hoy día más atención que la que tenían en el siglo XVII propiciada por aquellas benéficias instituciones con la que la clase pudiente lavaba su conciencia.

 De nuevo el lamento: "Cuanto más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede entrar el otro". Otra falacia. Es verdad que en esta sociedad los ricos se enriquecen hasta límites inconcebibles: pero son una mínima parte de la sociedad. Entre mis conocidos, hay personas que han creado su empresa, que han generado riqueza y en esa riqueza está dar trabajo al que no lo tiene. Cuanta más rica es la sociedad, más posibilidades tiene el pobre que pide en la parroquia por encontrar trabajo... si quiere: ya tengo a dos a los que he visto salir del mundo pedigüeño.

 Un nuevo gemido lamentoso: "Aquel por el que el mundo fue hecho entró en el mundo, pero no se le escucha, no se le acoge". Juegos de palabras nada más. Los que tienen conocimientos de astronomía y similares le dirán a B-16 que “nadie hizo el mundo”, “que el mundo no es suyo”, “que el mundo es”, “que las explicaciones se darán cuando se conozcan”, “que el ‘Deus ex machina’ hace tiempo que adquirió pasaje en el Titanic”...

 Y pregunta: “¿Tienen tiempo los hombres para el prójimo que tiene necesidad de nuestras palabras, de nuestro afecto". "¿Tenemos tiempo para el que sufre y necesita ayuda?. ¿Tenemos tiempo para el prófugo o el refugiado que busca asilo?, ¿Tenemos tiempo y espacio para Dios?, ¿Puede entrar en nuestras vidas? ¿Encuentra un lugar en nosotros o tenemos ocupado todo nuestro pensamiento?"... ¡Otra vez el mismo saco sin fondo! “¡No mezcle, señor Ratzinger, no confunda al personal!” Sí, el hombre y la sociedad tienen tiempo para el prójimo... Hay tiempo para dedicarlo a situaciones reales, pero no lo hay para embeberse en peregrinaciones mentales. Yo he visto cómo los servicios sociales recogían de la calle a un mendigo en mal estado de salud... y no como un trasto, sino con palabras de afecto por parte de la señorita sanitaria...

 Y se lanza a corretear por los cerros de Úbeda cual nuevo San Juan de la Cruz triscando por los collados y diciendo: “...en el establo de Belén está el punto de partida y con su venida al mundo Cristo no reconstruye un palacio cualquiera, ya que Él vino para volver a dar a la creación, al cosmos, su belleza y su dignidad...” y que la Navidad, "es la fiesta de la creación renovada". Es lo maravilloso de cuantos escriben sobre la “encarna”, el lirismo que a todos les absorbe, les fascina y les embarga. Aún con buena voluntad, aún buscando y rebuscando, no encuentro la forma de hacer aterrizar el aterrizaje de Cristo en “mi” cosmos... Cuando salga a por el pan, preguntaré: “Oiga, el nacimiento de Cristo, ¿qué clase de belleza y dignidad le ha procurado a Ud?”. Desde luego, si pregunto a la china Cho-chin-chao, mucho me temo que me conteste con un procaz e intraducible “Tü ni daaaa!”.


La despedida de este artículo de hoy recoge otra perla ratzingeriana: Dios "no se encierra en lugar alguno"... el cielo "no pertenece a la geografía del espacio, sino a la geografía del corazón".

Esto ya roza el insulto y la provocación. Incita más aún si cabe a la espantada. ¿Puede decir esto sin que se le caiga la cara de vergüenza aquel que pasea sus sacros pies por mármoles cosmatescos, aquel cuyo techo diario son frescos renacentistas, aquel cuyo mirar es un constante admirar, aquel que no pisa suelo si no es alfombrado, aquel que tiene una legión de servidores como Dios en la corte celestial, aquel que no tiene más que mirar para verse atendido, aquel que ya ha sido glorificado en vida hasta la dignidad de “santo padre”, sin ser ni lo uno ni lo otro?

Por otra parte, si tal es así, ¿qué pintan monasterios, catedrales, ermitas, colegiatas, cenobios, sagrarios, custodias, capillas...?

Sr Ratzinger, su discurso está más roído por la carcoma que la casa de mi pueblo.
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