¿Carrerismo Eclesiástico?
El “carrerismo” se practica y ejerce en la mayoría de las profesiones y actividades y lo define el afán por progresar en la escala y categoría lo antes y más pingüemente posible. A nadie le será permitido dudar acerca de la legitimidad de determinados ascensos con la pretensión de hacer más rentable su trabajo por razones de tipo económico, aunque mas digna y merecedora de elogio hubiera sido la pretensión de que, de esa manera la capacidad de servicio a la comunidad se ampliara y difundiera. No obstante, en el ancho e inabarcable panorama de profesiones que se registran, y que se halla en creciente progresión, en algunas de ellas el “carrerismo” se torna noticia más espectacular por diversidad de razones. La militar y la eclesiástica destacan de manera ciertamente sorprendente, precisamente por la condición “vocacional” que sus mismos protagonistas, y la sociedad en general, suele aplicarles a su prestación y dedicación ocupacional.
Nuestra reflexión se concentra en esta oportunidad en los alrededores de la llamada “carrera eclesiástica”, cuyo entorno demanda observaciones como estas:
. Debe extrañar sobre manera que al estamento eclesiástico no lo respeten ansias y aspiraciones distintas a las que con todo rigor no puedan justificar el servicio al Pueblo de Dios en la pluriformidad de las situaciones que lo entrenzan y definan. Cualquier pretensión, y aún ambición, en sus más fervorosas versiones, que inspirara el ascenso en la carrera eclesiástica, constituiría una contradicción en su propia esencia y raíz.
. Aunque sea justo reconocer que no siempre en la carrera eclesiástica sea el dinero el elemento más influyente que estimule su indefinible recorrido, no por eso puede llegar a ser menos grave el pecado. Los títulos, las consideraciones religiosas y sociales, el ámbito en el que se mueven sus protagonistas, los capisayos y colorines, el rango cuasi –litúrgico- y la puesta en escena que las normas canónicas dictan y consienten, la poca o nada modestia con la que los “elegidos de Dios” suelen reclamar sus derechos, aunque para ello se vean precisados a invocar el nombre de Dios a quien sirven o dicen servir… aportan argumentos firmes para que a los mismos “paganos” en estas esferas les dé la impresión de que tales “carreristas” están desacreditando la religión fundada por Cristo Jesús.
. Cualquier persona normal que hoy viva, o haya vivido, cerca de los estamentos eclesiásticos diocesanos, o curiales supremos, se habrá tenido que sentir avergonzado de que en situaciones similares en los ámbitos políticos, empresariales, docentes, intelectuales, artísticos… las distancias y las desigualdades en el trato y atuendos, ostentaciones y pompas están siempre a favor irritante de los pertenecientes.
. A la carrera eclesiástica, a los que exactamente la humildad debiera ser su máxima distinción y defensa.
. Desde círculos y tratamientos superiores a los del resto del común de los mortales, y con chapuceros y falaces argumentos nacidos en los manantiales misteriosos de su pertenencia al cuerpo de “ministros del Señor”, se frustra cualquier posibilidad de testimonio evangélico, que en definitiva es lo que habría de justificar toda vocación verdaderamente eclesiástica.
. NOTA: La noticia inspiradora de este comentario es la del reciente nombramiento como obispo auxiliar de Sevilla a favor de un canónigo de la catedral de Córdoba, por más señas ex presidente del Consejo de Administración de “Caja Sur” de esta ciudad... De haberse tenido en cuenta esta circunstancias, seguramente que se le hubieran ahorrado a “Nuestra Santa Madre la Iglesia” críticas e interpretaciones que no la benefician en absoluto, sino todo lo contrario.
Nuestra reflexión se concentra en esta oportunidad en los alrededores de la llamada “carrera eclesiástica”, cuyo entorno demanda observaciones como estas:
. Debe extrañar sobre manera que al estamento eclesiástico no lo respeten ansias y aspiraciones distintas a las que con todo rigor no puedan justificar el servicio al Pueblo de Dios en la pluriformidad de las situaciones que lo entrenzan y definan. Cualquier pretensión, y aún ambición, en sus más fervorosas versiones, que inspirara el ascenso en la carrera eclesiástica, constituiría una contradicción en su propia esencia y raíz.
. Aunque sea justo reconocer que no siempre en la carrera eclesiástica sea el dinero el elemento más influyente que estimule su indefinible recorrido, no por eso puede llegar a ser menos grave el pecado. Los títulos, las consideraciones religiosas y sociales, el ámbito en el que se mueven sus protagonistas, los capisayos y colorines, el rango cuasi –litúrgico- y la puesta en escena que las normas canónicas dictan y consienten, la poca o nada modestia con la que los “elegidos de Dios” suelen reclamar sus derechos, aunque para ello se vean precisados a invocar el nombre de Dios a quien sirven o dicen servir… aportan argumentos firmes para que a los mismos “paganos” en estas esferas les dé la impresión de que tales “carreristas” están desacreditando la religión fundada por Cristo Jesús.
. Cualquier persona normal que hoy viva, o haya vivido, cerca de los estamentos eclesiásticos diocesanos, o curiales supremos, se habrá tenido que sentir avergonzado de que en situaciones similares en los ámbitos políticos, empresariales, docentes, intelectuales, artísticos… las distancias y las desigualdades en el trato y atuendos, ostentaciones y pompas están siempre a favor irritante de los pertenecientes.
. A la carrera eclesiástica, a los que exactamente la humildad debiera ser su máxima distinción y defensa.
. Desde círculos y tratamientos superiores a los del resto del común de los mortales, y con chapuceros y falaces argumentos nacidos en los manantiales misteriosos de su pertenencia al cuerpo de “ministros del Señor”, se frustra cualquier posibilidad de testimonio evangélico, que en definitiva es lo que habría de justificar toda vocación verdaderamente eclesiástica.
. NOTA: La noticia inspiradora de este comentario es la del reciente nombramiento como obispo auxiliar de Sevilla a favor de un canónigo de la catedral de Córdoba, por más señas ex presidente del Consejo de Administración de “Caja Sur” de esta ciudad... De haberse tenido en cuenta esta circunstancias, seguramente que se le hubieran ahorrado a “Nuestra Santa Madre la Iglesia” críticas e interpretaciones que no la benefician en absoluto, sino todo lo contrario.