Bendito el trabajo del buey.

Spe salvi. Como bueyes en la trilla. Has elegido muy bien el símil. Animal despreciado, tan alejado del toro bravo, manso, trabajador, fiel... Pero separando el grano de la paja, dando alimento, seguridad, tranquilidad... Tal vez por ello estuvo en el portal de Belén. No el tigre, el oso, el león...
Señalas la importancia del Blog católico, militante, fiel... Es un fenómeno imparable. Bueyes en el trabajo, en la fidelidad. Sin que los que quienes te deberían agradecer la tarea te dirijan una palabra amable. Y, sin embargo, todos los días, desde que sale el sol hasta que se pone, en el tajo. Sin un mal gesto, sin una cornada, sin pedir nada a cambio. Haciendo lo que tienen que hacer. No esperando nada del amo. Casi como para pensar que trabajaran para otro amo que les va a agradecer tanta dedicación y tanta entrega.
Nunca lo había pensado. Pero me ha gustado la comparanza. Roturar campos, arrastras cargas, trillar granos. Para Dios y para su Iglesia. Castrados al elogio, a la alabanza, incluso a una palabra amable. Sabemos vivir sin ello. Sabemos que hay Otro en quien tenemos nuestra esperanza. Y seremos salvos en ella.
Yo tal vez sea muy mal buey. Tiro gañafones y cornadas. Pero trabajar, trabajo. Convencido, como tantos hermanos, que lo hacemos no por el pienso, la caricia o la palabra amable. Ahí estamos. Y cada vez lo vamos a estar más.
Don Guillermo ha dejado de roturar esta parcela. Tiene otras que le ocupan demasiado. Pero seguro que siempre va a estar delante del arado, del carro o del trillo. Agotándose, dándose. Y Luis Fernando también. Los bueyes vamos a seguir siéndolo hasta que quien el Señor de todo disponga otra cosa. Y de nosotros ya dispuso una hermosísima. Que junto a una mula fuéramos los primeros testigos de su nacimiento. ¿Hay agradecimiento más hermoso?