Cambio nuncio por nuncio.

Un muy querido amigo me ilustró sobre quien era monseñor Baldelli, nuncio en París, y la semblanza no podía ser más elogiosa.
"Decía usted que en dos meses el Nuncio en París resolvería el problema (de los nombramientos episcopales) y yo le digo que sí, que es verdad. Trabajé con él en la Delegación Apostólica de Puerto Rico, cuando era Nuncio en la República Dominicana y después lo he seguido con la correspondencia a Perú y a Francia y puedo decirle que es un canonizable sin lugar a dudas.
Sé que le hará ilusión saber que hay un nuncio santo y este es monseñor Fortunato Baldelli. Es un hombre de oración profunda y de gran humildad (no por gusto es de Asís) con un amor a toda prueba a la Iglesia y a los sacerdotes, de una vida simplicísima que no se ve usualmente en las "embajadas" de la Santa Sede y cuando ha examinado el asunto, oídas todas las versiones, hace lo que tenga que hacer con una grandísima paz en la conciencia.
Y estoy seguro que lo hace porque nunca ha buscado hacer carrera y camina siempre con "la mirada fija en Jesús" como dice la Carta a los Hebreos. La situación de la Iglesia de Francia no es fácil. Cuando él llegó a París, era reciente el problema de Gaillot de quien Ud. hablaba hoy, pero veo que va hacia adelante y estoy seguro que donde monseñor Baldelli es nuncio, los obispos que se nombren no serán perfectos, pero sí son lo mejor que se podía conseguir".
Pues ante este elogio me fui a ver quien era monseñor Baldelli. Un italiano nacido en Valfabbrica, diócesis de Asís, el 6 de agosto de 1935. Nuncio en Angola (1983-1991), República Dominicana (1991-1994), Perú (1994-1999) y Francia. A él se debe, sin duda, el giro espectacular del episcopado peruano que afortunadamente ha continuado tras su marcha. Y por noticias que tengo de Francia está haciendo lo mismo en aquel país que era un desastre tras el posconcilio.
En diócesis vacantes estamos empatados a dos. Pero Lérida está sin obispo desde el 8 de marzo del año pasado y el arzobispado castrense dede el 31 de julio de ese año mientras que Angers lo está desde el 10 de noviembre de 2007 y Limoges dede hace dos días por traslado de su obispo el 20 de mayo a arzobispo coadjutor de Aix.
Por todo ello me atrevo a suplicar con toda reverencia al Santo Padre que haga un cambio de nuncios y nos mande al de París. A monseñor Monteiro no le causaríamos un problema grave porque se iba a encontrar allí con todo el trabajo hecho. Y seguro que para tomarse un caldito es más interesante comensal Sarkozy que Rodríguez Zapatero. Por no hacer comparaciones, que sí serían odiosas, entre Carla y Sonsoles. Y además esa no es cuestión que interese a los nuncios. Al menos desde Tedeschini. Aunque también tuvimos, más recientemente, el penoso caso Kada. Aunque a este último parece que le iban más las que pescaban en ruin barca que las princesas altivas.
Porfa, Santo Padre, cámbienos a Monteiro por Baldelli. No prolongue por más tiempo el sufrimiento de esta nación. No podemos estar todos los días a las doce de la mañana pendientes de unos nombramientos que nunca llegan.