Cuestiones que se han suscitado en el Blog con motivo del inicuo traslado de monseñor Reig.

He de comenzar diciendo que para mí Don Juan Antonio Reig es el nuevo obispo de Alcalá de Henares. La Santa Sede lo ha trasladado y puede hacerlo. Pues hecho está. El obispo lo ha aceptado con enorme paz y la diócesis de Cartagena también. No podía ser de otro modo.

Aunque hay una general tristeza porque todo el mundo es consciente que dicho traslado es el triunfo del poder del dinero sobre la justicia. Y eso nos duele a quienes amamos a la Iglesia. Aunque sepamos que a veces esas cosas ocurren. Y, pese a ellas, la Iglesia de Jesucristo sigue siendo santa.

¿Qué algunos han quedado retratados y han salido feos en la fotografía? Pues igual es porque son feos. Pero ese es su problema. Porque retratados están.

Quiero salir al paso de algunos comentarios que se han hecho en el Blog y sobre los que creo que debo decir algo como responsable del mismo. A algunos, ciertamente muy pocos, les ha molestado que Don Juan Antonio deje su diócesis en olor de multitudes. Pues es así. Se va engrandecido. La diócesis ha cerrado filas tras él. Muchos hablan del mejor obispo que ha tenido la diócesis en mucho tiempo.

Que doscientos ochenta sacerdotes hayan querido despedirle es un verdadero plebiscito. Y cae en el ridículo quien pretende disimularlo. Claro que hubo sobre un centenar de sacerdotes que no acudieron a aquella misa multitudinaria pero a ver que obispo es capaz de suscitar una adhesión semejante.

Se va. Ya no puede dar nada a los que acudieron ni quitar a los que faltaron. Los que asistieron sabían que eso no se cotizaba ya. Pero allí estaban. Y prácticamente todos. De los cuatrocientos sacerdotes de Murcia hay un número considerable que ya no están para nada. Octogenarios, nonagenarios, sin salir de su casa, era imposible que se hicieran presentes. Otros tendrían obligaciones ineludibles. Un funeral, una boda, se encontraban fuera de la diócesis, estaban enfermos. Son pues poquísimos los que no quisieron estar porque les caía mal su obispo. Poquísimos. Estoy convencido de que hoy por hoy, y como consecuencia de lo mal que se ha llevado todo, no hay obispo en España más respaldado en su diócesis que el ya obispo electo de Alcalá de Henares. Que eso moleste a algunos es otra cosa. Pero es así.

Otro tema sacado de quicio es el de los neocatecumenales. Pero en este desgraciado hecho no tiene nada que ver el camino. Aunque un miembro del Camino haya sido quien manejó todos los hilos. Creo que es injusto mezclar a los kikos en esto. Porque muchísimos han estado incondicionalmente con su obispo.

Hay personas con obsesiones. La maldad de los kikos, del Opus Dei... Y pretenden que todos las compartamos. Yo respeto muchísimo a quienes personalmente no tienen simpatía a los dominicos, a los focolares, a los teatinos, a los legionarios de Cristo... Posiblemente en su vida hayan tenido un encuentro desgraciado con alguna persona de esas instituciones. Pero eso no les autoriza a la generalización. Y menos al odio.

Si la Iglesia reconoce una congregación o un movimiento el católico no tiene que adherirse al mismo pero tiene que aceptarlo como algo de la Iglesia. Y el Camino Neocatecumenal como el Opus Dei la Iglesia los quiere. Mientras no diga otra cosa. No entiendo por tanto esa ojeriza permanente. Yo no he hecho el Camino ni lo pienso hacer. Pero respeto a quien libremente opta por iniciarlo. Lo que no quiere decir que todos sean santos. Y ni siquiera buenos. Pero muchos, o bastantes, serán muy aceptables. Critíquese al malo pero no generalicemos. Porque quien queda mal es el generalizador.

Y ya es más grave si la oposición deriva a creerse uno el definidor de los carismas que son buenos o malos en la Iglesia. Eso corresponde a otras instancias. Aceptémoslas y si a alguien no le gustan los Ejercicio Espirituales o rezar el rosario pues que no lo haga. Pero que no haga tampoco el motivo de su vida la lucha contra ello.

También me parece absurdo que si estamos hablando de San Judas Tadeo salga alguien diciendo que en la parroquia de las Santas Llagas de Vetusta hay un coadjutor que se llama Manuel Pérez a quien un día le vieron con tres copas de más. No incurramos en esas maledicencias, que a mí me es imposible borrar, y que hieren honores sacerdotales que se deberían respetar. Aunque fuera cierto lo que se dice. Y si es una calumnia ya la cosa sería gravísima. Pues no se perdonaría sin restitución de la fama.
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