A la Iglesia española le está naciendo un líder.

Podemos respirar tranquilos. Nos está naciendo un líder. Nadie se había dado cuenta pero ello se debía mucho más a nuestra incapacidad de ver nada que a que no estuviera ahí. Llenándolo todo con su luminoso liderazgo.

¿Cómo no le habríamos reconocido muchísimo antes? ¿Cómo no habernos dado cuenta que su voz, digamos que poco viril, su mirada huidiza, su escaso tamaño, su acreditada nadedad eran sólo estrategias para disimular el líder que la Iglesia española tenía en él? Así como Jesús tuvo que huir a Egipto, el líder también tenía que disimular su condición. No convenía que se descubriera el liderazgo antes de tiempo. Pero los días del disimulo ya se han terminado. Ya está naciendo. O sea, que estamos en pleno parto.

Parto que es al parecer complicado. Porque avanza poco a poco. Como si el líder se resistiera a ser un líder. Pero va a nacer, pese a quien pese. Me imagino que los pesarosos serán los enemigos de la Iglesia que no quieren que ésta tenga un líder. Alguien me cuenta que Zapatero, Pepiño, la logia y hasta Carod Rovira están alarmadísimos. Con la guerra que está dando la Iglesia la que va a ser cuando tenga un líder.

Porque eso de que tiene aplomo, es sereno, sencillo, cercano y humilde es sólo para disimular sus evidentes cualidades de líder. Porque los líderes no son así. Esas son las características de las hermanitas de la Caridad.

Como aún está naciendo casi nadie se enteró del parto. Me refiero al hecho de que estaba naciendo algo porque que eso que nacía era un líder no se lo creía nadie.

El parto, todavía no concluido porque como ya he dicho es lento y trabajoso, está pasando totalmente desapercibido. Todos sabemos que las personas más representativas de nuestra Iglesia son unos inútiles que nunca se enteran de nada. Y, por supuesto, de tan importante parto. Por tanto, ni se molestaron en acudir al alumbramiento de quien va a ser el líder de la Iglesia española. Las crónicas cuentan que ni los cardenales Rouco y Cañizares, ni el secretario de la Conferencia Episcopal, P. Martínez Camino, se dieron por concernidos. Vamos, que no acudieron al paritorio. Que se llamaron a andana.

No falta quien ha mostrado su alegría por esa ausencia pues siendo tan malvados, cada uno por separado, y mucho más los tres juntos, cabría que quisieran asesinar a ese líder que está naciendo. Todos sabemos que Herodes era Teresa de Calcuta comparado con tan protervos seres.

Ni esos tres, ni el Ejecutivo, ni la Permanente, ni nada de nada. Dos obispos que pasaban por allí, el de Alcalá y el de Ciudad Real y monseñor Monteiro. No falta tampoco quien comente que el Nuncio aprovecha cualquier ocasión, parto, o lo que sea, para distraerse de sus ocupaciones de nombrar obispos. Con lo que cada vez están más amostazados en Zamora, Santander, Coria-Cáceres, Pamplona, Málaga, Barcelona...

Desconocemos si, ante lo larguísimo que está resultando el parto, siguen esos dos obispos presentes o si ya se han vuelto a su casa aburridos por que no termine de nacer el líder. El nuncio parece que sigue allí porque cualquier pretexto es bueno para retrasar lo que tiene que hacer.

Sí estuvo, y seguramente seguirá asistiendo al nacimiento, alguien fundamental en nuestra Iglesia. Seguramente el líder de repuesto si el que está naciendo no llega a buen fin. Me refiero al P. Ángel de Mensajeros de la Paz. No podemos asegurar si, profeta, como es, Dios le anunció el nacimiento del líder y allí acudió para reconocerle o si, entre viaje y viaje, pasaba por allí y se quedó a ver el parto.

La criatura no termina de nacer pero dicen que monseñor Monteiro empieza a mosquearse porque lo que parece atisbarse en el paritorio es un hocico peludo y unas pequeñas orejas sobre la cabeza. Vamos, que todo hace suponer que estamos ante el parto de los montes. Y que el ansiado líder no va a pasar de un ratón.
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