Libros XVIII: Una novela católica.
O’Brien, Michael D.: El Padre Elías. Un Apocalipsis. Libros Libres, Madrid, 2006, 636 pgs.
No suelo hacer críticas de novelas. Es más, creo que una sola vez apareció una reseña escrita por mí sobre una obra perteneciente a tal género literario. Trataba aquella sobre la guerra fría y fue sin duda ese el motivo que me movió a ocuparme de ella.
Vuelvo ahora por segunda vez a ese campo, en esta ocasión sobre un título que trata de la crisis del catolicismo en nuestros días y que creo es verdaderamente apasionante.
Está escrita por un seglar canadiense, nacido en 1948, y trata de una conspiración contra la Iglesia que se debate, en muy desigual lucha, contra un secularismo que todo lo invade y que se ha propuesto acabar con ella en nombre de la modernidad.
Un político de enorme carisma e inteligencia -¿el Anticristo?- se propone un nuevo orden mundial en el que la Iglesia de Jesucristo ya no tiene lugar. Cabría pensar en una Alianza de las Civilizaciones en la que la gran derrotada, la definitivamente derrotada, fuera la esposa de Cristo.
Pero no caben analogías con subproductos sucedáneos de nuestra patria. El libro es de 1996, por lo que no puede hacerse eco de lo que todavía no se le había ocurrido a ese político español. Y, además, la impresionante personalidad del “malo” de la novela, sus dotes intelectuales, la acogida universal de su persona, hacen que meras coincidencias puntuales, como el odio a la Iglesia, no permitan la menor analogía entre ese político español y uno de los grandes protagonistas de la novela.
Los otros son un fraile carmelita, el Padre Elías, y un Papa anciano a quien muchos católicos, incluso obispos y cardenales, han abandonado, tras un catolicismo a la carta, dispuesto a toda clase de claudicaciones.
En tan desigual combate todo es utilizado por uno de los campos, incluso el asesinato. El interés es permanente, desde las primeras páginas. La situación, más que verosímil. La desigualdad de fuerzas, total. De un lado todos los poderes del mundo, del demonio y de la carne. De otro, apenas la gracia de Cristo, en ocasiones tan misteriosamente oculta.
Es un relato apocalíptico y apasionante. Que requiere, para su comprensión, un mínimo de conocimientos sobre la Iglesia. Quiero decir que a no pocos productos LOGSE, con un desconocimiento total sobre Cristo y su Iglesia, les resultará incomprensible. No es que afirme que se necesiten, para su lectura, altos estudios teológicos y de historia eclesial, pero un cierto nivel, por mínimo que sea, es necesario.
Y dos mínimas objeciones. Le sobran páginas. Algunos episodios se alargan innecesariamente. Y también el tiempo real ha devorado al de la ficción. La novela es, como hemos dicho, de 1996. Y los sucesos ocurren sobre el año 2000. Con supervivientes del pasado Concilio Vaticano. Hoy, la versión española es diez años posterior a la original, creemos que sería más real la ficción si se hubiera pospuesto veinte o treinta años. Aunque se hubiera desaprovechado el milenarismo. Que no juega ningún papel.
Si de la novela anterior, de la que en su día dimos cuenta, se hizo una muy entretenida película, pensamos que ésta reclama otra, a la que le auguramos análogo éxito. Vaya argumento en manos de un Mel Gibson. Aunque, sin duda, con más dificultades, pues moniciones de la gracia que a veces tienen incluso apariencias de presencia real, hagan más compleja su representación. Pero para eso está la inteligencia del guionista y del director.
Novela absolutamente católica, escrita desde el campo tradicional y con notable conocimiento de la Iglesia, creemos que un eventual lector que, insistimos, debe tener un mínimo conocimiento eclesial para entenderla, nos agradecerá la recomendación de su lectura. No se le caerá de las manos, todo lo contrario, y le hará pensar. Que en no pocas cosas la realidad iguala la ficción.
No suelo hacer críticas de novelas. Es más, creo que una sola vez apareció una reseña escrita por mí sobre una obra perteneciente a tal género literario. Trataba aquella sobre la guerra fría y fue sin duda ese el motivo que me movió a ocuparme de ella.
Vuelvo ahora por segunda vez a ese campo, en esta ocasión sobre un título que trata de la crisis del catolicismo en nuestros días y que creo es verdaderamente apasionante.
Está escrita por un seglar canadiense, nacido en 1948, y trata de una conspiración contra la Iglesia que se debate, en muy desigual lucha, contra un secularismo que todo lo invade y que se ha propuesto acabar con ella en nombre de la modernidad.
Un político de enorme carisma e inteligencia -¿el Anticristo?- se propone un nuevo orden mundial en el que la Iglesia de Jesucristo ya no tiene lugar. Cabría pensar en una Alianza de las Civilizaciones en la que la gran derrotada, la definitivamente derrotada, fuera la esposa de Cristo.
Pero no caben analogías con subproductos sucedáneos de nuestra patria. El libro es de 1996, por lo que no puede hacerse eco de lo que todavía no se le había ocurrido a ese político español. Y, además, la impresionante personalidad del “malo” de la novela, sus dotes intelectuales, la acogida universal de su persona, hacen que meras coincidencias puntuales, como el odio a la Iglesia, no permitan la menor analogía entre ese político español y uno de los grandes protagonistas de la novela.
Los otros son un fraile carmelita, el Padre Elías, y un Papa anciano a quien muchos católicos, incluso obispos y cardenales, han abandonado, tras un catolicismo a la carta, dispuesto a toda clase de claudicaciones.
En tan desigual combate todo es utilizado por uno de los campos, incluso el asesinato. El interés es permanente, desde las primeras páginas. La situación, más que verosímil. La desigualdad de fuerzas, total. De un lado todos los poderes del mundo, del demonio y de la carne. De otro, apenas la gracia de Cristo, en ocasiones tan misteriosamente oculta.
Es un relato apocalíptico y apasionante. Que requiere, para su comprensión, un mínimo de conocimientos sobre la Iglesia. Quiero decir que a no pocos productos LOGSE, con un desconocimiento total sobre Cristo y su Iglesia, les resultará incomprensible. No es que afirme que se necesiten, para su lectura, altos estudios teológicos y de historia eclesial, pero un cierto nivel, por mínimo que sea, es necesario.
Y dos mínimas objeciones. Le sobran páginas. Algunos episodios se alargan innecesariamente. Y también el tiempo real ha devorado al de la ficción. La novela es, como hemos dicho, de 1996. Y los sucesos ocurren sobre el año 2000. Con supervivientes del pasado Concilio Vaticano. Hoy, la versión española es diez años posterior a la original, creemos que sería más real la ficción si se hubiera pospuesto veinte o treinta años. Aunque se hubiera desaprovechado el milenarismo. Que no juega ningún papel.
Si de la novela anterior, de la que en su día dimos cuenta, se hizo una muy entretenida película, pensamos que ésta reclama otra, a la que le auguramos análogo éxito. Vaya argumento en manos de un Mel Gibson. Aunque, sin duda, con más dificultades, pues moniciones de la gracia que a veces tienen incluso apariencias de presencia real, hagan más compleja su representación. Pero para eso está la inteligencia del guionista y del director.
Novela absolutamente católica, escrita desde el campo tradicional y con notable conocimiento de la Iglesia, creemos que un eventual lector que, insistimos, debe tener un mínimo conocimiento eclesial para entenderla, nos agradecerá la recomendación de su lectura. No se le caerá de las manos, todo lo contrario, y le hará pensar. Que en no pocas cosas la realidad iguala la ficción.