Y no para que descansen de su ministerio pastoral.
Creo que lo llevan crudo. Ni sus diocesanos, ni los demás, nos vamos a dejar.
El cardenal Rouco, el cardenal Cañizares, los arzobispos de Granada, Valencia y Burgos, los obispos de Cartagena-Murcia, Huesca y Jaca, Tarazona, Tarrasa, Vich, Jaén, Palencia y otros que vendrán, van a tener un respaldo unánime, las excepciones apoyarán ese respaldo, de sus fieles.
Con ellos está la Iglesia. Los otros, mejor que se aclare cuanto antes con quien están. Me refiero a los otros diocesanos. Pero también sería bueno saber todos los fieles de España con quienes están Sánchez, Soler, Uriarte, Blázquez y Echenagusía, Riojamendi, Vives, Sistach, Carrera, Pujol, Ciuraneta y algún otro.
Para saber con quienes nos gastamos los cuartos. Por si nos los queremos gastar. Porque hay una cosa clarísima. Que los cuartos son nuestros.
No se entienda este artículo como una llamada a la insolidaridad eclesial. Yo comprendo que un católico de San Sebastián o de Gerona se niegue a poner la cruz en la declaración de renta. Pero es en los únicos lugares en la que yo no la pondría. En todos los demás lugares, en algunos con la mano en la nariz, lo haría. Pero esa es simplemente mi opinión. La compartirá quien quiera.
Y una llamada, qué bien sé que es inútil, a los obispos silentes. Muchos de ellos muy buenos pastores. Tampoco exageremos, discretitos pastores. Ya les debería preocupar que los enemigos de la Iglesia ni les mencionen. Aunque ello sea cómodo. Simplemente recordarles el día del juicio. Cuando El que puede les pregunte si dieron testimonio de su persona.
De momento, nada más. Mañana será otro día.