Señor obispo, a reirse de su señora madre.

Carlos F. Barberá ha escrito en Alandar un artículo lamentable que es una burla del sacramento del matrimonio. Yo no sé si ese Carlos F. Barberá es el sacerdote Carlos Fernández Barberá. Aunque las apariencias son graves. Si no lo es no he dicho nada.
Tampoco sé si, caso de que sean la misma persona, ese sacerdote se ha secularizado. En cuyo caso tampoco he dicho nada. Muchos años perdidos, en una inmensa equivocación, pero si ya no ejerce funciones sacerdotales es muy libre de abominar de lo que hasta hace no mucho tiempo fue su vida. Respeto mucho la libertad de opinión de cualquiera. Aunque sea tan distante de la mía y de mis creencias.
Pero cabe que, siendo la misma persona siga siendo sacerdotes. Con licencias ministeriales. Si así fuere, que repito no lo sé, mi indignación es absoluta. Y no tanto con él como con el obispo que le mantiene.
No tengo ni idea de quien es su obispo. Y me es igual. Pero el que lo sea no tiene derecho a reirse de sus fieles permitiendo que uno de sus sacerdotes haga befa pública de un sacramento de la Iglesia. Hasta puedo entender que aún no hubiera dado motivos graves para una desautorización pública. Ya están ahí si sigue siendo sacerdote. Y algo tendrá que hacer. Porque cada vez son más los fieles que no están dispuestos a que les tomen el pelo. Y que con mitra y báculo les digan unas cosas y luego, desmitrados y desbaculados, consientan, amparen y toleren las contrarias.
No sé si el obispo de ese cura, caso de que lo siga siendo, tiene madre en este mundo o en el otro. Me es igual. En el caso de que opte por el silencio tiene claro que de mí no se ríe. No le consiento que se ría. Si quiere echar unas risas que sea a costa de su señora madre. Por santa que sea o hubiera sido. Que las madres lo perdonan todo. Los fieles ya no.
Repito que todo lo dicho es condicional. Si no es el cura o si ya no es cura no he dicho absolutamente nada. Pero como lo sea alguien tiene que decir algo. A mí ya me han oído.