Señores obispos, dejen ustedes de hacer el Rajoy.
Conmigo lo tienen difícil pero no imposible. Me tengo, y quiero serlo, por hijo de la Iglesia. Podrán molestarles mis comentarios pero si un día declarasen en nota oficial que algo de lo que yo hubiera dicho no fuese conforme con la doctrina de la Iglesia pueden tener la seguridad absoluta que, desde ese mismo momento, estaba rechazado por mí lo que hubiere dicho en contra de lo que la Iglesia cree. Y si por ello me excomulgaran no valdría de nada tal excomunión pues reprobado por mí el motivo no tendría sentido la sanción. Y hay algo evidente. Como no tengo parroquia ni cargo remunerado o sin remunerar que me puedan quitar, pues tranquilísimo.
Y supongo que el ser más o menos respetuoso no conlleva graves sanciones canónicas. Aunque pueda ser molesto.
En la Juan XXIII hay una serie de personas que se encuentran en la misma situación que yo. Laicos, curas o monjas casados, canónicamente o no... Pues también es difícil actuar contra ellos por pertenecer a una asociación abiertamente opuesta a los obispos. Pues algo así como con Llamazares, Pepiño Blanco o Bono. No queda más remedio que aguantarse.
Pero en esa asociación hay una serie de curas y monjas en activo, empezando por su presidente, que no se entiende como son consentidos en su radical oposición a los obispos. ¿Les gusta a ustedes que les abofeteen un día sí y otro también? Pues curioso gusto.
Están comprobando que los ataques a la Iglesia son el pan nuestro de cada día. Normalísimo en algunos. Pero, ¿en curas y monjas?
Pues ya nos dirán. Porque si ustedes nos dicen una cosa y los suyos, mientras no les desautoricen, nos dicen la contraria y, además, que son ustedes unos impresentables, esto no tiene solución. Porque no estamos ante una merienda de negros o una olla de grillos. Estamos ante el más absoluto sinsentido.
Y antes o después tendrán que resolverlo. Porque así no vamos a ningún lado. La Iglesia tiene que tener una voz. No varias enfrentadas entre sí. Si un obispo dice una cosa y un sacerdote suyo, mantenido por él en su cargo, la contraria, pues ya me dirán.
O pasan ustedes por modelo de doblez, en cuyo caso quedan muy mal, o por unos calzonazos que no merecen el menor respeto.
Yo sólo puedo decirlo. El báculo lo tienen ustedes. Y curioso sería que el baculazo me lo fuera a llevar yo. Por decir lo que muchos piensan. Cada vez más.