Uno de los actos más imbéciles, más miserables, de nuestra actual Iglesia.

No es que hoy esté especialmente trabajador. Es que hay cosas que no cabe dejar para mañana. Creo que hata hoy, con el obispo de Córdoba, he sido particularmente discreto. Tal vez porque ya tenía bastantes "amigos" obispos y no era cosa de incrementarlos.

Pero lo último de Asenjo ha sido demasiado gordo, demasiado imbécil, demasiado miserable. Una de las ministras de cuota del Gobierno Zapatero, caracterizadas todas por su alto nivel cultural y por su más que notable peso político -vamos, que si las eligen por sorteo en la Gran Vía no quedarían peor-, iba a asistir a un acto en una capilla de la catedral. Y a esa señora, por llamarle algo, le molestaba el crucifijo.

Yo acepto que a Zapatero, a sus ministros o a quien sea les moleste el crucifijo. Ellos se lo pierden. No saben cuanto amor, cuanto perdón, cuanto Dios hay en esos brazos abiertos que, clavados, nos están abrazando a todos. Pero que un cabildo o un obispo, o ambos en comandita, se presten a retirar a Cristo porque le desagrada a esa mujer pública, me parece tan abyecto, tan repugnante, tan asqueroso que les va a ser imposible, en lo que les quede de vida, lavarse la basura de la que se han recubierto.

Asenjo, he sido muy piadoso contigo. Siempre me habías parecido un bobo solemne pero hasta hoy no te lo había dicho. Fuieste un mediocre secretario de la Conferencia episcopal y una metedura de pata de tu antecesor en Córdoba te llevó a esa diócesis. Has conseguido hacer verdad aquello de que otro vendrá que bueno te hará. Cuidado que fue torpe Martínez pero lo tuyo ya es de Guinnes. ¡Un obispo que retira crucifijos! Pero, ¿qué serías tú si no fuera por el Crucificado?

Yo no sé si podrás dar alguna explicación a tu repugnante gesto. Y no va a valerte que eches las culpas a un Cabildo que actuó sin que tú supieras nada si, ipso facto, no pones a unos cuantos responsables de ese Cabildo en la calle.

El sentido reverencial a los imbéciles hace ya tiempo que lo hemos perdido. No tenemos ninguno. Judas era Apóstol. O te explicas muy bien o no nos quedará más remedio que pensar que tu sucesión apostólica te viene de Judas. Y tienes claro tu ministerio episcopal como a tu pueblo le de por llamarte la Triple Jota. Juan José Judas Asenjo Pelegrina.
Volver arriba