Todo va bien por ahora. Empiezo a creer que el lefebvrismo vuelve a la plena comunión.

No las tenía todas conmigo. Eran muchos años de criticar a Roma, en no pocas ocasiones de un modo verdaderamente desaforado, para pensar en un regreso pacífico y multitudinario. Pues va a ser que sí. Demos gracias a Dios.

El gesto de Benedicto XVI anticipado desde esta torre, y agradezco a todos los que en publicaciones españolas y extranjeras lo han reconocido, sobre todo porque no estoy acostumbrado a ello, pilló a todos con el paso cambiado. En un lado y en otro.

El gesto verdaderamente paternal de Benedicto XVI, y creo sería injusto no mencionar el extraordinario trabajo, más meritorio por la enorme dificultad de la empresa, del cardenal Castrillón, no levantó la tormenta que no pocos sospechaban. Fue acogido con inmensa alegría por unos y en silencio reconcomido por otros. Hasta que las inoportunísimas declaraciones de monseñor Williamson sobre la Shoah, que dormían en el desinterés, precipitadamente publicadas, desataron todas las tempestades.

Y sobre el santo Padre se arrojó toda la basura que rebosaba en unos corazones y colaboraron a ello los despistados de siempre. Apenas los obispos polacos respaldaron abiertamente al Santo Padre. Los marginales de la Iglesia reclamaron la renuncia o la destitución del Papa. Un hecho histórico, para mí indubitable, pero que no tiene que ver nada con las verdadedes de la fe, pareció convertirse en el dogma fundamental de la fe católica. Una gorda protestante y bastante incompetente en lo suyo, el rabinato de Jerusalén y otros ejusdem furfuris pretendieron dar lecciones al Papa de como debe regir a la Iglesia. Aunque pronto tuvieron que envainar sus furores iniciales. El portavoz de la santa Sede, Padre Lombardi, desafortunado, como casi siempre. El cardenal Bertone, de viaje. Y el episcopado español no sabe/no contesta.

Todo hacía parecer que habían conseguido arruinar el gesto papal y que con los lefebvristas no cabía arreglo. Estoy seguro que hubo no pocos que en esos días, pocos días, repitieron la súplica de que el Señor conserve y de vida a nuestro amadísimo Pontífice, le haga dichoso en la tierra y no le entregue a la voluntad de sus enemigos. Y Dios nos escuchó. Y el espantoso tsunami pasó a tormenta tropical y enseguida se disolvió en un chaparrón sin consecuencias.

A ello contribuyó, sin duda, la declaración del lefebvrismo desautorizando las declaraciones de Williamson. Y es preciso reconocer la decidida voluntad reintegradora de monseñor Fellay que está haciendo, en el otro lado, una labor tan eficaz como la del cardenal Castrillón en el nuestro. La historia reconocerá el ejemplar trabajo de ambos en favor de la Iglesia de Jesucristo.

Enseguida tuvimos noticia de la carta de monseñor Williamson excusándose de sus declaraciones y también fue esta torre la primera que la anunció. Seguramente insuficiente pero positiva. Y creo que debemos ser comprensivos con el orgullo de los "elegidos". Requiere su tiempo. Seamos generosos en dárselo.

Y dos nuevas primicias que pudimos dar. Inportantes ambas. La carta de los cuatro obispos a Roma que en estos momentos no estoy autorizado a publicar pero que supongo que como la de monseñor Williamson será pronto conocida. Y el anuncio del cese del obispo inglés como superior del seminario lefebvrista argentino de La Reja. En el que hay que resaltar no tanto el cese como la aceptación del mismo en una actitud del obispo ciertamente encomiable. Cuando dimos esta noticia inmediatamente fue desmentida por algunos pero hoy ya todos la dan por cierta.

Hasta el momento apenas han echado las patas por alto en Méjico, Méramo, y en Italia, Abrahamovicz. Alguno más se les unirá pero ni los más optimistas podían imaginarse tan escaso eco. No son nadie. Y como los cuatro obispos acepten el abrazo que el Papa les ofrece eso desaparecerá solo.

Tengo el pálpito, no sólo el deseo, de que todo va muy bien. Pidámosle a Dios que concluya felizmente el último cisma serio que se ha producido en la Iglesia de Cristo. Y no hagáis de esta palabra cisma un motivo de debate. Si queréis lo dejamos en no perfecta comunión.

Ni que decir tiene que me encantará poder seguir dándoos noticias en esta línea. Que evidentemente no me las inspira el Espíritu Santo. Pues mi agradecimiento a quienes quieren valerse del Blog para eso. Lo tienen a su total disposición. Ya que lo único que pretende es servir a la Iglesia. Sub Petro, cum Petro.
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