Los ataques a la COPE

Luego están los contestatarios de siempre, los que postulan una Iglesia muy distinta de esta mierda de Iglesia que tenemos. Los que quieren que dimita el Papa, que los curas se casen, que las mujeres sean curas, que la Iglesia case a homosexuales y divorciados, los que sostienen que la mayor parte de los dogmas son un camelo, que lo que la gente debe llevar en el bolsillo es un condón y no un rosario, los que odian al Opus Dei, a los kikos, a las beatificaciones de los mártires del 36, los que..., la lista podría ser larguísima. Pues todos esos quieren el cierre de la COPE. Y así lo manifiestan todos los días. Y además tienen el tupé de decirnos que eso es lo que exige el catolicismo. Un catolicismo en el que se ciscan a todas horas.
Hay otro grupo que también postula la desaparición de la COPE. Y este es más complejo. Lo hacen desde un común odio a España desde su deriva nacionalista. Una parte de él, cada vez más escasa, es mucho menos radical que el anterior en sus postulados eclesiales. Pero siempre que Dios esté al servicio de su dios nación. La inmensa mayoría de ese grupo es ajeno a la Iglesia y no pocos de ellos la odian. Pues también quieren que desaperezca esta COPE.
Luego están los que, sin ser nacionalistas, se sienten heridos en sus principios y conductas políticos por la COPE. Los hay del PP, por ejemplo Piqué y Ruiz Gallardón, y sobre pertenecen al PSOE y a Izquierda Unida. No niego que alguno, poquitos, sean fervorosos católicos. La inmensa mayoría se ha caracterizado por abiertos ataques a la Iglesia o, en los más, por su silencio ante esos ataques que abiertamente respaldan con su voto.
Y puede haber algún purísimo, émulo de San Francisco de Asís y no sé si incluso hasta le supera, que desde un utópico "to er mundo e güeno" se irritan ante frases destempladas o ataques personales que ciertamente podrían en ocasiones aminorarse.
Ya quisiera yo que Jiménez Losantos fuera creyente y César Vidal católico. O que Cristina López en ocasiones fuera menos bobina. De Ignacio Villa y del de deportes, a quien nunca oigo, no tengo nada que decir. Pero, con imperfecciones, ¿quién no las tiene? , han dado a la Iglesia una voz importantísimo y escuchadísima. Y lo que quieren, en mi opinión la inmensa mayoría de los que protestan contra la COPE es que la Iglesia no tenga voz. Y la mayoría de esa mayoría por odio a la Iglesia. Otros por puro interés material. Porque pueden perder o no alcanzar la sinecura política, porque su periódico se precipita en el abismo como si la COPE tuviera la culpa de que sus lectores no acepten la nueva línea editorial.
Expónganse abiertamente esa animadversión. Diga Piqué que le estomaga una COPE que posiblemente contribuya a que se de un enorme batacazo en Cataluña. Desee el juez del Olmo o el juez Garzón la desaparición de una emisora que un día sí y otro también les pone de chupa de domine. O Rubalcaba que se aireen todos los días cuestiones que comprometen , o intentan comprometer, a su persona y a su Ministerio. Todo eso es aceptable en una democracia.
Pero, personas que hace no sé cuantos años no pisan una Iglesia y que se caracterizan por hacerle la puñeta cuanto pueden, que no nos vengan con las vestiduras rasgadas por el escándalo de que esa Iglesia, por tener la COPE, no es cristiana, no sigue a Jesucristo, y está escandalizando. Joder con las meretrices, que dijo un día la Tacones.