Lo de ayer era sólo un anticipo. Las generosidades de Mendoza y sus destinatarios.

No había que ser un lince para anunciar que el artículo de ayer en La Opinión de Murcia era un aperitivo. Para abrir boca. Hoy ya se entra en detalles. Respecto a los hoy Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y arzobispo de Zaragoza, monseñores Cañizares y Ureña. Que curiosamente fueron el primero administrador apostólico de aquella diócesis y el segundo obispo titular de la misma.

El periódico se ha hecho con un listado de generosísimas donaciones hechas por el señor Mendoza y las está soltando con cuentagotas. Ignoro quien ha sido el filtrador y el crédito que merece la filtración. Aunque supongo que La Opinión habrá hecho las correspondientes comprobaciones para no caer en una intoxicación. Si lo fuere, habrá que reclamarle a ella y no a mí que no hago otra cosa que recoger lo que allí se ha publicado. He sido tan prudente que, obrando en mi poder la relación citada, he esperado a que se hiciera pública para hacerme eco de ella.

Y como siempre hay bobos que dirán que me estoy marcando un farol me limitaré a mencionar algún regalo al nuncio el 31 de julio de 2000 o el 2 de enero de 2001 o al cardenal Rouco el 16 de octubre de 2000. No voy a entrar en más detalles. Seguro que aparecerán todos, los que he indicado y bastantes más, en el periódico murciano. De allí los recogeremos. Pero el cardenal Ottaviani ya me había hecho llegar la relación.


Vuelvo a decir que me parece muy bien que personas pudientes, y católicas, hagan objeto a la Iglesia de sus generosidades. Y es normal que quienes las reciban estén agradecidos al donante. Lo que sería grave es que con ellas se pretendieran comprar favores. Y mucho más todavía que esos favores se vendieran.

¿Se vendió la titularidad de la UCAM? No lo sé. Y al no saberlo no lo afirmo. Hay quien dice que algunos de los regalados, y muy regalados, sostuvieron en su día que la titularidad de la UCAM era de la diócesis de Cartagena y después que del señor Mendoza. Y que hay firmas que acreditan lo uno y lo otro. Pues si existen lo sabremos. Y si no, también. Creo que sería muy bueno para la Iglesia que no existieran. Y me encantará dar esa noticia.

La relación en cuestión comienza en diciembre de 1997 y concluye en octubre de 2002. No es arriesgado suponer que se ha prolongado hasta nuestros días. Si así fue, y se mantuvo la generosidad, las cifras alcanzarían una cantidad verdaderamente impresionante. Tampoco necesito decir que si esa riada de millones fuera un invento y se desmintiera, inmediatamente me haría eco del desmentido.

Hoy, La Opinión desmenuza las atenciones con el cardenal Cañizares y con monseñor Ureña. Siempre según dicho periódico el primero recibió 26.000 euros bajo el concepto de "coche". Y, además, 48.500.000 euros más. Que no está nada mal. A monseñor Ureña le hacen deudor de nada menos que de 160.000 euros.

Después de eso no faltará mal pensado que asegure que la cabeza del Bautista, cuyo nombre también era Juan, estaba destinada a que se la presentaran en bandeja de plata. Ojalá no haya sido así. Pero es que hay mucho mal pensado. A quienes les da por pensar que en ocasiones la mujer del César se viste de Herodías y su hija y bailan la danza de los siete velos.

El periódico en cuestión dice que intentó infructuosamente hablar con Mendoza, Cañizares y Ureña. Creo que si pueden deberían decir algo. Porque esto me temo que va a ir a más. Pensé que el traslado de monseñor Reig era desdichadísimo. Hoy pienso que me quedé corto. ¡Que error, que inmenso error!
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