Un cardenal con poco trabajo.

Y nadie pensó en él. Tenía en contra el ser muy joven (20.12.1942). Pero pienso que sobre todo le descartaba su exiguo peso intelectual. Debe ser uno de los cardenales de encefalograma más plano de todo el Sacro Colegio.
Y además es parlanchín. Con lo que se le nota más. Con motivo de la reunión del CELAM en Aparecida hizo unas declaraciones que podríamos calificar de pintorescas. No eran muy malas. Eran sobre todo bobas.
Pero no le traigo aquí por eso. Y estoy también dispuesto a reconocer que es sencillo, asequible y simpático. Si viene es porque le acaban de nombrar presidente de Cáritas Internacional. Será que tiene poco trabajo en Honduras y le sobra tiempo.
Y supongo que mucho porque una empresa de la envergadura de Cáritas debe ocupar bastantes horas. Y no precisamente en Honduras.
Debe ser también puesto codiciado. Lo digo porque el anterior presidente, un tal Denis Viénot, de quien jamás había oído hablar, se presentó a la reelección. Pero, o lo había hecho muy mal o tenía un carácter insoportable porque quienes tenían que votarle dijeron que cualquiera antes que él. Y ese ha sido Rodríguez Maradiaga.
Por todo lo dicho me preocupa Cáritas. Qué alguien tenga tanto interés en seguir presidiéndola me escama. Una cosa es el servicio a la Iglesia y otra el querer perpetuarse en un servicio sin darse cuenta, o a pesar de darse cuenta, de que todos estaban deseando que dejara de prestarlo. Pero casi me preocupa más que el sucesor sea Rodríguez Maradiaga.
Y lamento muchísimo que los electores no hubieran considerado la candidatura de nuestro monseñor Monteiro de Castro. Porque, pese a su acreditado amor al trabajo, le hubiera sido imposible compatibilizar ambos puestos.
Ya lo de menos sería que cuando llegaran las mantas a un pueblo devastado todos se hubieran muerto de frío y cuando los víveres, todos se hubieran muerto de hambre.
Se conseguiría tener permanentemente en los medios de comunicación esa incalificable, o calificable pero no me da la gana de hacerlo, sonrisa portuguesa presidiendo en todos los aeropuertos del mundo los envíos de víveres y mantas. Cáritas sólo se gastaría los fletes de los aviones porque los envíos serían eternos ya que nunca llegarían a nadie. No habría ni que preocuparse por la caducidad de los alimentos. Si nadie los consumiría nunca...
Pero mi gozo en un pozo. Seguirá aquí el señor nuncio, aunque no sepamos para qué, y el cardenal presidirá Cáritas Internacional. Aunque me temo que los resultados van a ser iguales para los pobres afectados. Si con el portugués se morirían todos porque cuando llegara el envío ya estarían los huesos mondos, con el hondureño, mucho más activo, se corre el riesgo de que ordene partir a los aviones antes de que la carga llegara a sus bodegas.