Los católicos que hay.

En su carta semanal con motivo del día Pro Orantibus el arzobispo de Valladolid, Don Braulio Rodríguez escribe un párrafo que refleja muy exactamente la situación de no pocos católicos sociológicos. Género muy abundante en España. Lo transcribo:

"Seguimos pensando que la felicidad está en tener y aparentar, en decir que somos cristianos, pero no lo demostramos; en pedir los sacramentos de la Iglesia, en ocasiones con exigencias absurdas sin disponernos a su gracia; en solicitar la primera comunión de nuestros hijos sin tener ni idea de lo que es la Eucaristía dominical, eso sí, muy guapamente vestidos y derrochando lo que no tenemos ni tienen los pobres; en creer que casarse “por la Iglesia” es un mero acto social o un contrato social entre los cónyuges que se acaba cuando uno quiere o cuando decimos de modo insensato: «Ya no nos queremos»; en separar la vida de fe del resto de la existencia, que puede ir por donde nos parezca o nos indique la cultura dominante de unos medios asfixiantes."

Pues así es. Y algo habrá que hacer para que esa parte de los
católicos asuma su condición de tales. El diagnóstico está perfectamente hecho. Haca falta ahora la terapia. Y los obispos tienen mucho que ver en ella. Porque si las ideas que se nos exponen son contradictorias entre sí y no pocas con las de la Iglesia no hay que extrañarse de que las de los fieles sean confusas o abiertamente equivocadas.
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