Luis Javier Moxó recuerda en su Blog el centenario del jesuita leonés Segundo Llorente.
Muchas personas de mi edad recordarán con gusto los muchos libros que escribió sobre Alaska que a los jóvenes de entonces les hacían soñas con trineos y esquimales y sentir afanes misioneros.
No problematizaba nada. Hacía el bien allí, con su trabajo y aquí, con sus escritos. Y todo con una gran sencillez, como si aquello fuera lo que brotaba naturalmente de todo jesuita. Quien los ha visto y quien les ve. Con las excepciones que se quieran. Yo, en el centenario de su nacimiento, me quedo con la figura de aquel simpático y prolífico jesuita leonés que nos enseñó a todos que había misiones también en el frío. Cosa que para mí fue un descubrimiento. Y que a las misiones se iba para llevar a Cristo a quienes lo desconocían. ¡Qué cosas! Cuando todos sabemos que a las misiones hay que ir para organizar una guerrilla y predicar la revolución.