Ya se sabía pero acaba de confirmarse. Madrid va a ser el próximo escenario de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Creo que es una gran noticia para la Iglesia en España.
Estos días ha quedado constancia de mi absoluta valoración de esos acontecimientos. Es mucho más el bien que hacen, a los jóvenes y a quienes no lo son, que algunas desafortunadas anécdotas que siempre se podrán encontrar. Sobre todo si se buscan con lupa.
Y no puede pedírseles que cambien definitivamente la faz de la Iglesia como si fueran a ser un Pentecostés redivivo y permanente. Quienes piensen en eso se llevarán una enorme desilusión. Pero no por las Jornadas sino por una esperanza sin fundamento.
El catolicismo español será mejor tras la visita del Papa. Aunque sea imposible cuantificar esa mejora. Cientos de miles de jóvenes se acercarán al Papa y a la Iglesia en esos días. Algunos por una horas. A otros les durará sólo unos días ese acercamiento. Y los habrá que ya no lo abandonen en toda su vida. Con tropiezos y caídas, ciertamente.
Habrá muchísimo bueno y muy poco malo. Pues para regocijarnos todos.
Será también la despedida del cardenal de Madrid. Don Antonio María cumple los setenta y cinco años y presentará la renuncia de su diócesis a los pocos días de la concentración. Lo más probable es que en la siguiente Jornada sea ya arzobispo emérito de Madrid. El Papa ha tenido con él la gran deferencia de concederle ese premio. Digan lo que digan su estrella no se apaga en el Vaticano