La situación de Valencia.

El larguísimo e inexplicable interregno valenciano está dando lugar a una serie de rumores alimentados por la pésima gestión que se viene haciendo en España de los nombramientos episcopales.

Se están prorrogando absurdamente dos pontificados agotados. El de Don Carlos en Oviedo y el de Don Agustín en Valencia. Que cuanto antes concluyan, mejor. El cardenal García Gasco saborea las últimas mieles del poder dejando a monseñor Osoro el acíbar de una posición desairadísima. Como es la del que se va mientras no termina de irse y sabiéndolo todo el mundo.

A Valencia les llega un buen obispo. Pues cuanto antes. La archidiócesis va a experimentar un notable cambio. Se va una tortuga y llega una ardilla. Ambos tipos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Tal vez lo ideal fuera algo intermedio. Ni tan tortuga, cosa que se acentuó con el peso de los años, ni tan ardilla. ¿Cómo era aquello? Tantas idas y venidas/ tantas vueltas y revueltas/ quiero amiga que me digas/ ¿son de alguna utilidad?"

Pienso que Don Carlos Osoro, que tuvo unos días dorados en Orense, debió aprender mucho en Oviedo. Si así fuere, como deseo, será un excelente pastor de Valencia. Apenas necesitaría algo que es muy importante. Confiar en los demás. No sólo en él. Vivirá más descansado y obtendrá resultados mucho mejores. Y, además, le amarán. Porque las personas en las que deposite su confianza se sentirán ligadas a él. ¿Será capaz de ello? Es el gran interrogante. Y su reto.

Don Agustín tenía tres obispos auxiliares. Una exageración. Hubo momentos en que estaba más auxiliado que el cardenal de Madrid. Que tenía muchísimas más ocupaciones. Don Carlos hasta el momento no sabe ser auxiliado. Pues negro lo tienen los tres que ha heredado. Se dice también que ya ha manifestado que no los quiere. Con lo que los rumores ya les están colocando. Y tres de una tacada no es fácil.

A Don Salvador Giménez, administrador apostólico de Menorca tras el traslado de monseñor Piris a Lérida, le adjudican aquella isla como residencial. Solución fácil y a mi parecer excelente. Con la que ya sólo quedarían dos problemas.

Don Esteban Escudero ya es de más difícil ubicación. La tan comentada división de la diócesis, creando un nuevo obispado en el sur que comprendiera Játiva y Alcoy, para hacer las cosas bien debió hacerse en el final del pontificado de Don Agustín. Con lo que el nuevo arzobispo se encontraría con ese grave problema resuelto. No ha sido así. Caso de que se fuera a hacer ahora Don Esteban podría ser perfectamente ese obispo. Y posiblemente el más indicado. Si eso no sale, en estos momentos sólo se dispondría de Cartagena y Córdoba. Porque Oviedo y Toledo parecen demasiado. Aunque van a quedar inmediatamente las vacantes que dejen los trasladados a esas cuatro diócesis. No será difícil por tanto colocarle.

Quedaría sólo por adjudicar Don Enrique Benavent, obispo todavía jovencísimo pues sólo tienen menos años que él Don José Ignacio Munilla y Don Mario Iceta. Puede esperar. Aunque se va a aburrir muchísimo si Don Carlos sigue con su prurito de hacerlo todo y solo. He visto que alguien le ha mandado a Cataluña. Será a Solsona cuyo obispo presenta la renuncia este año. Porque otro hueco no hay. Salvo que trasladen a Salinas de Tortosa como premio a una mala gestión en Lérida. Si le dieran Solsona habría en el Principado tantos obispos nativos como "extranjeros".

Quedaría por último la promoción del secretario del cardenal que dicen es empeño de éste dejarle mitrado. Persona muy discutida, creo que, además, tiene en contra el que ya hay demasiados obispos valencianos. No parece pues probable uno más. Aunque todo dependerá de las influencias de su valedor.
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