Otro que se va: José María Mardones.

Otro representante del disenso eclesial que se va. Los últimos tiempos están siendo realmente trágicos para ese sector. Y eso que José María Mardones Martínez era de los jovencitos. Leo que tenía 63 años. Entre esa tropa, un chaval.

He de confesar que le conocía poquísimo. Su campo, la Escuela de Frankfurt y aledaños nunca me interesó nada: Horkheimer, Vattimo, Adorno... Ahí están para quien los quiera, yo no. He supuesto siempre que fue jesuita pero más por conjetura que por ciencia cierta. Profesor en Deusto en unos años en los que sobraban jesuitas, escritor de Editoriales de la Compañía, colaborador de Gómez Caffarena, asiduo de Centros jesuíticos... Jamás, sin embargo, he visto el SJ detrás de su nombre. Muchísimas veces el CSIC. No puedo, por tanto, decir, si fue jesuita, si murió siéndolo, si pasó al clero diocesano, si se secularizó, si se casó... Hoy en Rumores de Ángeles y en un elogio de él hecho por persona para mí desconocida, no se aclara nada y tal vez se introduzca más confusión. Murió mientras veía el último partido de la Selección española en compañía de un amigo. Que al parecer convivía con él o tal vez pasara la noche de su muerte en su casa, puede ser que velando el cadáver. Lo que parece cierto, pues ese amigo así lo dice, que, a las siete de la mañana siguiente al fallecimiento, sonó el despertador y él lo apagó.

Pues, todo eso, a mí no me interesa nada. Ni por nada de ello traería a Mardones a este post. Si lo hago es porque él se quiso teólogo del disenso y la contestación. Y como tal aparecía periódicamente con sus amiguetes para tocar las narices. Ya en 1985 (El País, 31.5.1985) junto con otros trece de la Asociación Juan XXIII, firmaban un escrito de apoyo a Leonardo Boff, hoy, como era de prever, secularizado y casado.

Dos años después (El País, 28.9.1987) protestaba, ahora con otros diecinueve "teólogos" contra el "impuesto" religioso. En una campaña verdaderamente solidaria con la Iglesia que prácticamente desaparecería si los fieles no pudieran canalizar hacia ella esa ínfima parte de la declaración de la renta. Y es que no pocas veces, al leer a estos "maravillosos" católicos uno se pregunta con fundamento si no es eso lo que querrán de verdad: la desaparición de la Iglesia.

En 1999, ahora en unión de menos "teólogos", sólo con otros nueve, pide perdón por la "implicación evidente" de La Iglesia en la gurra civil española (El País, 13.12.1999). Cosa que, o es falsa, si se refiere a la conspiración previa, o era obligada, si se refiere a los días posteriores al 18 de julio. No iban a implicarse con quienes les asesinaban.

Abel Hernández (Crónica de la cruz y de la rosa, 1984, p.87), le tiene por uno de los cincuenta y dos teólogos que formaban parte de la Asociación Juan XXIII.

Del 2003 es un artículo dedicado a Juan Pablo II (Mediterráneo, 17.10.2003)con el significativo título de 25 años alejándose del Vaticano II sumamente crítico con el Papa.

Y esto es lo que encontré en un ratillo revolviendo mis papeles. Seguro que hay mucho más. Respeto muchísimo el dolor de sus amigos. Pero pienso que la Iglesia no ha perdido absolutamente nada con su desaparición.
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