Una vez más es la Iglesia la que está de verdad con los pobres.

Se han multiplicado los pobres en nuestra patria. Y desbordan ya lo que había. Hasta hace medio año no era un problema. Unas monjas abnegadas, unos voluntarios anónimos, Cáritas..., atendían a una pobreza marginal. Seres desarraigados por el alcoholismo, la droga, problemas psíquicos, encontraban un plato caliente que se les daba con amor y por amor con el que tiraban hasta el día siguiente. O un techo bajo el que dormir. Eran los vencidos de la vida. Buena parte de ellos irrecuparables socialmente.
Todo eso ha cambiado de la noche a la mañana. Hoy, a los comedores, acuden los pobres de pelo limpio. Los que vivían de su trabajo hasta que la crisis les dejó en el paro. Y se encuentran ya sin cobertura social. Son ya minoría los que antes eran la totalidad. Hoy se ven matrimonios jóvenes con uno o dos hijos, limpios, silenciosos, que usan la servilleta, piden las cosas por favor y dan las gracias. Tienen la mirada limpia y triste. Sobre todo, triste. Las ilusiones de una vida que empezaba, frustradas y sin ver la luz de la salida del túnel, los que siempre habían vivido de un trabajo digno ahora comiendo de limosna...
Una persona admirable, que dedica sus horas a ayudar a unas monjas en uno de esos comedores, me contaba ayer que una de esas muchísimas personas anónimas que cada día llevan una limosna o unos alimentos se presentó con unas cajas de Coca Cola. No era precisamente lo que necesitaban pero pensaron que harían felices a los niños. Y llegado el momento se acercó a una ya habitual, de unos cinco o seis años, que venía acompañada por sus padres.
¿Quieres una Coca Cola?
Y cuado le enseñó la botella me dijo que jamás se había encontrado una mirada más azul y más feliz.
El padre, un joven de treinta y pocos años dijo en voz baja:
Le encanta. Antes la tomaba todpos los días. Y se echó a llorar.
Mi amiga se abrazó a él que entre sollozos sólo decía:
Gracias, gracias, gracias...
Las necesidades se han multiplicado por mucho, todas las ayudas, personales y materiales, son pocas. Afortunadamente son muchas ya las personas conscientes de la situación y que han acudido en ayuda de unas monjas que, ancianas no pocas, llegaban a la noche agotadas y en ocasiones sin apenas comer porque lo que había lo dieron a quienes lo necesitaban.
Y ahora voy a hablar de la COPE que precisamente hoy está dedicando el programa a este gravísimo problema. Gracias a que existe y a que tiene muchísimos oyentes, está canalizando ayudas imprescindibles para atender tanta necesidad. Y está consiguiendo muchos óbolos de la viuda y también donativos de mucha importancia. Si no existiera la COPE o si no la oyera nadie mucha gente hoy se quedaría sin comer.
Cuando se tira el dinero institucional en viajes a Siberia, coches más caros que el del presidente de los Estados Unidos o juergas en un puticlub, los pobres, como siempre, donde son atendidos es en la Iglesia. Y los comedores están en un convento de monjas y no en una casa del pueblo o en una herrikotaberna. Supongo que bastantes de los que hoy acuden a la Iglesia habrán votado a partidos que se destacan por su anticatolicismo. Pues ya saben donde están quienes les atienden cuando lo necesitan. Y mirando hasta por el último céntimo de euro. Ahí no se distrae ni uno. Ni en carteles colosales que dijeran: Aquí atiende la Iglesia a los que no atiende nadie.