Para Dios Padre no hay nadie -nadie- des - graciado.

DEPRE

  1. Diversas situaciones y actitudes en la vida

        Las tres lecturas de esta Eucaristía recogen tres situaciones y actitudes diversas en la vida. Por eso la homilía de hoy es un poco más variada y me fijo en tres aspectos de nuestra existencia y de la sociedad

        +      La súplica del humilde atraviesa las nubes, (Eclesiástico)

+      He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. (2Timoteo).

+      Fariseo y publicano (Evangelio)

  1. La súplica del humilde atraviesa las nubes. (Eclesiástico)

        Dios no, pero nosotros sí hacemos acepción de personas, somos parciales, juzgamos y tratamos a las personas con distinta vara de medir a los pobres y a los ricos, a los emigrantes y a los nacionales, a los que son de mi ideología o de otra…

        Dios no hace acepción de personas. Dios escucha la súplica del oprimido; no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda.

La súplica del humilde atraviesa las nubes.

Podemos dirigir la mirada a los más humildes y despreciados de la tierra, de la sociedad. La súplica -sin palabras pero con hambruna y muerte- de los niños de Gaza y del mundo, atraviesa las nubes y clama al cielo. Los despreciados y marginados de la sociedad gritan al cielo. Dios termina por escuchar a los humildes y a los pobres.

        La reciente “carta” del papa León: Dilexi te, es un canto y una llamada hacia un cristianismo desde los pobres, una iglesia de los pobres.

¿Es esta mi actitud en la vida? ¿Hago acepción de personas? ¿Mi opción preferencial es un cristianismo sencillo y con los pobres?

  1. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. (2Timoteo)

        Las dos cartas a Timoteo y la de Tito están escritas cercano ya el año 100 d.C., lo cual significa que S Pablo hacía años que había muerto. Sin embargo el autor de esta carta (2 Timoteo) evoca a S Pablo anciano que ha consumado el curso de su vida y ve cercana la muerte He mantenido la fe y espero la meta, la corona al final de la vida.

        Este texto nos lo podemos aplicar también muchos de nosotros ya entrados en años. Hemos vivido muchos años, habéis trabajado mucho y bien en la vida, hemos vivido y mantenido la fe en el Señor. Es momento de activar la esperanza en el Señor.

Bien está que acudamos a Osakidetza (medicina), bien está. Pero como S Pablo, seamos sana y gozosamente conscientes de que nuestra meta es la casa del Padre. Nuestra esperanza más que en el ambulatorio está en el Señor.

La esperanza cristiana se fundamenta no en un futuro indefinido sino en lo ya realizado por JesuCristo.

Ahora me aguarda la corona merecida.

Es una lectura de la vida serena y llena de esperanza … El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.

  1. El fariseo y el publicano.

        Esta parábola del fariseo y el publicano es una pieza maestra del evangelio de San Lucas

        Es muy propio de san Lucas presentar la vida a dos tiempos: dos personas, dos actitudes:

+ Ya desde Juan Bautista y Jesús

+ Marta y María, (Lc 10,38-42)

+ El hermano mayor y el hermano menor, (Lc 15)

+ El juez injusto y la viuda, (Lc 18,1-8)

+ El rico epulón y Lázaro, (Lc 16)

+ El sacerdote (levita) y el buen samaritano, (Lc 10)

+ El fariseo y el publicano (Lc 18,9-14)

+ Los dos de Emaús, (Lc 24)

        Es un modo de hablar de la vida. Todos somos algo “bipolares”.

        No es que dos hombres -dos- subieran al templo a orar. Más bien son dos estilos, dos personajes o polos que subrayan aspectos diferentes de la vida, son modos diversos de estar en la vida.

El hermano mayor y el menor, el fariseo y el publicano, el sacerdote y el buen samaritano, Marta y María, el rico epulón y el pobre Lázaro son actitudes contrapuestas en las que vivimos también nosotros. Somos al mismo tiempo fariseos y publicanos.

  1. De lejos

        El fariseo en pie, se siente seguro de sí mismo, de su ser religioso en la vida, de sus prácticas y ayunos, del cumplimiento de las leyes.

        El publicano, que no se atrevía ni a levantar la mirada, se queda a distancia, se siente lejos pero con nostalgia de Dios; y, al no poder confiar en sí mismo, invoca compasión y perdón, se pone en manos de Dios.

        En la lejanía sentimos nostalgia de Dios. El hijo perdido se pierde lejos de la casa. El padre le ve de lejos… El publicano se queda lejos, a distancia del altar…

        Cuando estamos lejos brota la nostalgia de Dios, del Padre.

  1. No te sientas des - graciado.

        Nadie queda fuera del amor de Dios, de su gracia. Para nuestro Dios nadie es des – graciado. Todos somos queridos -gracia- por Dios. Nadie queda fuera de la gracia de Dios. Él nos creó por medio de nuestros padres, Él nos llama a todos por igual, porque nos ama.

        Qué triste y cuánto daño hacemos y nos hacemos con la prepotencia, el orgullo, el racismo, el poder. Todo muy farisaico, religiosamente farisaico.

        Hay una plegaria eucarística que dice: “Cuando por desobediencia perdimos tu amista…”. ¿Quién les dirá a los liturgistas que Dios retira su amistad, su gracia del publicano, del hijo pródigo, de nosotros pecadores? No, no te sientas nunca des – graciado, porque la gracia, el amor de Dios está siempre en ti. Estás justificado, perdonado, no estás lejos, estás en casa.

  1. Oración del publicano desde la distancia.

        Tal vez nos haga bien sentirnos publicanos y orar en nuestro interior como el publicano que se mantenía humildemente a distancia:

Señor, demasiado lejos de lo que Tú soñaste de mí,

de las ilusiones que habías puesto en mí

Me encuentro distante como el publicano.

mi mundo está separado de Ti y de mis hermanos.

Como el hijo menor, me encuentro lejos de tu casa (Lc 15,20),

como tus discípulos, lejos de la cruz, (Lc 23,49).

Lejanías y distancias “de mis adentros”, “lejos de mí mismo”,

destierros familiares, distanciamientos eclesiásticos y sociales…

Como el publicano no me atrevo a levantar la mirada.

Como el publicano, solamente me atrevo a decirte:

¡Ten compasión de mí!

Volver arriba