Contemplar a Dios y atender al prójimo

San Bernardo de Claraval, en su interpretación alegórica del Cantar de los Cantares, reconoce que la esposa siempre está dispuesta a disfrutar de las delicias de la contemplación, pero no puede negarse a ver las necesidades de su prójimo. Copio un texto significativo a este respecto: “Tras haber realizado una buena acción, se puede descansar con mayor seguridad en la contemplación, y cuanto más consciente es uno de no haber descuidado las obras de caridad por amor de la propia tranquilidad, con tanta mayor confianza se entregará a la contemplación de las cosas sublimes y se atreverá a estudiarlas”. Para Bernardo, en esta vida, todas las formas de amor son complementarias. No puede descuidarse el amor al prójimo en nombre del amor a Dios. Porque precisamente el amor al prójimo, la “buena acción”, proporciona “mayor seguridad en la contemplación”.

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