La relación entre gracia y libertad o, lo que es lo mismo, entre Dios y la persona humana, puede entenderse desde tres modelos. Uno sería el de la competencia o rivalidad: lo que concedemos a Dios se lo tenemos que quitar al ser humano, y viceversa; la consecuencia extrema de este modelo es que, como Dios tiene la primacía absoluta en toda actuación, queda anulada la libertad humana. Hay otros dos modelos que me parecen más adecuados. Hay diferencias de matiz entre ellos, pero no son contradictorios, más bien son complementarios.
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