Café-Coloquio: Didáctica de la Biblia en el aula y en la catequesis La Biblia, ante su gran encrucijada

(J. Bastante).- ¿Existe la Biblia ideal? ¿Cuál es su presencia en la catequesis, y en la escuela? ¿Cuál es el grado de conocimiento del Libro Sagrado por parte de los profesores de Religión? ¿Y la responsabilidad de los obispos en la ausencia de Biblia en los planes escolares? Estas y otras "preguntas abiertas" fueron lanzadas ayer, durante el café-coloquio "Didáctica de la Biblia en el aula y en la catequesis", organizada por Verbo Divino en Madrid.

En el encuentro, animado por la publicación de la Biblia Joven (Verbo Divino y BAC), participaron una veintena de catequistas, biblistas, profesores de Religión y agentes de pastoral de distintos rincones de España, coordinados por José Luis Alvares, uno de los responsables de la redacción de este volumen.

El marco de debate, los dos años que restan hasta el Sínodo de 2018 que versará sobre "Jóvenes, fe y discernimiento vocacional". Un buen momento para plantear los puntos fuertes, desafíos, prejuicios y dudas acerca de la presencia de lo religioso en el ámbito escolar y catequético, precisamente ahora que cada vez resulta más difícil la presencia de jóvenes en la Iglesia.

Más que respuestas, se trató de un intercambio de ideas y experiencias, donde se discutió sobre si la Biblia debe aprenderse o transmitirse, si el actual modelo pedagógico está preparado para hacer enteder un Libro que llega de la tradición oral. "La Biblia me recuerda a la enciclopedia", resaltó uno de los participantes.

Otros, apuntaron a la diferencia entre la catequesis y la escuela, y las dificultades para que dicha barrera se haga reconocible. "Leer la Biblia es muy difícil para los jóvenes de hoy", resaltaba una docente, mientras que otro apuntaba que "más allá de las técnicas o los materiales escolares, debemos volver a Jesús, que es el gran pedagogo".

"Más allá de la pedagogía o el sistema utilizado, tenemos que apostar por lo que transmitimos, porque de la abundancia del corazón habla la boca", añadió otro de los participantes.

Uno de los temas que causó más revuelo fue el papel de la Biblia en la transmisión de la cultura. En un momento en que los jóvenes -incluso, algunos profesores de Religión- desconocen si Moisés era cristiano o judío, o los adolescentes pueden recorrer el Museo del Prado sin saber de qué hablan más de la mitad de los cuadros, se echa de menos una presencia de lo religioso como parte integral de la educación, y no únicamente dentro del reducto de la clase de Religión.

"Buena parte de la culpa la tiene la CEE y su actitud monopolística hacia lo religioso", señaló otro de los participantes, quien intervino en las negociaciones, frustradas, que en la década de los 90 estuvo a punto de conseguir que la Religión fuera materia a impartir, desde un punto de vista no confesional, a todos los alumnos.

Finalmente, varios formadores apuntaron a que "minusvaloramos mucho las capaciddes de los niños. Los niños son grandes teólogos". Y es que, en lo que todos estuvieron de acuerdo fue en que, pese a la necesidad de estudios, ediciones y tesis sobre la Biblia, el camino de la fe tiene mucho de experiencial. "Los primeros discípulos no eran licenciados".

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